Simón Wales había estado enamorado de Cassandra Genolet desde el momento en que la vió desembarcar del camión de la mudanza.
La sonrisa que se curvó en sus labios luego de mirar al destartalado edificio con tanto anhelo supuso para el niño de once años una revelación. Recordaba lo que llevaba puesto ese día, lo que sostenía tan fuertemente en su pecho, y recordaba la sensación que lo invadió cuando sus miradas se cruzaron, era la misma que tenía cada vez que la veía.
Cassie no era una chica fácil ni ordinaria, eso lo tenía tan Claro como el resto de la cuadra entera. Al principio su madre le prohibió terminantemente el entablar si quiera una conversación con aquella alborotadora y gritona pelirroja.
Recordaba cómo reunía a todos los gatos del vecindario, se calzaba una cinta roja con las palabras "emperatriz mundial" pintadas con marcador negro y gritoniaba algo relacionando con la Segunda Guerra Mundial. Según ella, el ejército de gatos había conquistado el mundo y ella había sido la benefactora de la Paz mundial en su utopía perfecta. Pero Simón estaba seguro que esa chica de ojos verdes había conquistado más que nada, su corazón.
La había esperado demasiado tiempo, la había apoyado en todo lo que esa cabeza complicada y problemática había maquinado alrededor de los años, y pensaba que ya iba siendo el momento.
La quería para él.
Se había puesto su mejor camisa, se había bañado dos veces e incluso había gastado sus ahorros en un caro perfume de hombre y en un pequeño collar para Cassie, a eso de las cuatro y cuarenta, Simón esperaba ansioso justo en la puerta de Cassandra.
Golpeó varias veces pero nadie respondió. Volvió a hacerlo y seguía sin obtener respuesta.
No podía ser tan malo, ella no había podido olvidar su cita. Seguramente Jenkins la había retenido unos que otros minutos más y por eso no había llegado de trabajar, eso, eso seguramente era lo que había pasado.A las cinco y quince Simón bajó al pequeño puesto de café de al lado y volvió a repasar la hora en su pequeño reloj de muñeca.
Todos en el establecimiento volvieron sus rostros al caro auto que acababa de aparcar en sus narices ¿Qué demonios había sido eso?
El Mercedes refulgía con arrogancia aún encontrándose en un barrio como aquel, era la cosa más descompaginaste e irrisoria que se vendría a ver.
Simón frunció el ceño y luego sus ojos se abrieron con incredulidad.
Un tipo con porte de Playboy salió del auto, como mucho metro noventa, musculoso y por lo que se veía a simple vista asquerosamente rico. Su traje a la medida ni siquiera se arrugó cuando se inclinó a abrir la puerta del copiloto. Y todo explotó en cuestión de segundos.Una pelirroja bastante conocida salió de este, con expresión lúgubre empujó al tío que no se movió ni un centímetro y volvió su vista al pequeño público que la miraba entre sorprendido e incrédulo.
Simón salió en su defensa a hacerle cara a ese gilipollas ¿Que tenía que ver Cassandra con ese? No entendía una mierda pero estaba por hacerlo.
—¿Qué ocurre aquí Cassie? ¿Este tipo te esta molestando?—La de los ojos verdes negó levemente con la cabeza y soltó un sonido lastimero.
—No quiero ser grosera Simón pero esto no es asunto tuyo. Puedo pelear mis propias batallas sola.
Silas miró al tipo que agarraba tan confianzudamente a Cassandra por el brazo. ¿Pero que más daba? marcar territorio no le serviría de nada,Cassandra era suya desde el momento en que sus labios se habían juntado unos minutos antes.
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Doble moral [Con pecado concebido *02]
Romance-Fuiste hecha para ser corrompida-Dijo el demonio al ángel. Y era cierto, le había vendido su alma al diablo.