¿Quien soy en realidad?

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Cassandra Genolet no pudo dormir esa noche. Volvió a deslizarse de la cama de Silas Di Vaio con cuidado y se encerró en el baño de la habitación. Volvió a dejar salir las lágrimas aunque ya hacía tiempo que no lloraba.

Extrañaba a su tia. Extrañaba de alguna forma su vida en aquel lugar que una vez llamó casa. Y sí puede que tuviera a Silas. Pero eso no significaba que se había olvidado por completo del tipo de persona que era antes de conocerlo.

Se lavó su rostro y regresó a la habitación.

Los brazos se Silas la aprisionaron contra su duro pecho. La chica se quedó estática.

—No pretendas que no lo sé.

Ella no dijo nada pero la sensación  de desazón volvió a consumirle los huesos.
Encogió su cabeza en el pecho de él y lo abrazó.

—¿En serio no hay nadie más en este mundo por el que sientas afecto Silas?

—Solo te necesito a ti Cassandra.

—¿Y no te importa que sea estéril? Me refiero ¿Nunca soñaste con formar una familia?

El corazón de ella rebotaba impaciente en su pecho. El miedo la consumía entera y no sabía porque pero de alguna manera le dolía saber que dada su condición le estaba fallando de alguna manera a Silas.

—Los niños no me gustan especialmente. Y si se diera el caso de que quisiera hijos solo los tendría si tú fueras la madre.

—Eso es muy dulce. No sabía que podías ser dulce.

Silas río encantado y le besó la coronilla de la cabeza.

—Solo contigo Cass. Realmente me has convertido en un idiota.

Ella río ligeramente.

—A mí, realmente me gustaría... me gustaría llevar tu bebe en el vientre—Lo dijo Tan bajito que pensó que Silas no la había escuchado. Fue un susurro roto y doloroso. Un deseo que no comprendía del todo pero que de alguna otra forma perforaba su pecho como una daga envenenada.

—Cassie.

—Ni siquiera estoy segura a donde pertenezco. Cuando mi tía vivía podría jurar que mi hogar estaba muy lejos de mi alcance, tuvo que morir para darme cuenta que en realidad Italia solo era una excusa que yo misma me había inventando, porque en realidad yo nunca tuve un lugar al que regresar. No soy capaz ni siquiera de formar una familia, yo solo quería...

La voz se le quebró como porcelana vieja. Enterró su rostro en el pecho de Silas y volvió a llorar. Cassandra nunca antes había sido consciente de la soledad que arrastraba consigo  hasta ese momento. Lo único que siempre quiso fue un hogar, una familia. Un lugar al que pertenecer .Un refugio que la recibiera con los brazos abiertos. Nunca se sintió aceptada en Londres. Relegó a su vida a ayudar a los demás pensando que eso sería suficiente para no sentir que no tenía un propósito,  porque al fin y al cabo ¿Que era ella sino una bastarda? Una chica con una herencia maldita. Una chica que nunca debió nacer.

No podía traer vida al mundo. ¿Que Tan muerta debía estar por dentro?

—Basta—Dijo él—No necesitas nada de ello. No necesitas salvar al mundo para saber que vales la pena, lo vales. Si dudas de tu valor déjame y te aclaro la situación. Existes porque me perteneces y yo existo porque te pertenezco. Somos lo que somos, no necesitamos de las ataduras del pasado para mirar el futuro Cassandra. Estamos atados, estuvimos destinados a encontrarnos y punto. Esa es nuestra razón de ser, mi verdadera razón de ser. Quiero darte el mundo. No necesito de nada más que no seas tú, tú eres mi hogar Cassandra y yo quiero ser el tuyo.

Doble moral [Con pecado concebido *02]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora