Capítulo 32

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ALE:

-Hoy les haremos unos estudios complementarios y un día antes les daremos los resultados. Recuerden que si tienen alguna enfermedad o algo más que quieran mencionar este es el momento— hablo el doctor Vega.
Joel estaba pegado a mi, el día de hoy en particular estaba más que cariñoso. 

—Si lo dice por mi, yo no tengo ni VIH ni ninguna otra enfermedad sexual— respondió el enfermero.

—No lo decía por nadie en particular —resolvió este.

Vi el equipo médico dispuesto a extraernos la sangre y entre en pánico, recordaba el día anterior e inconscientemente lleve mi mano a mi cuello.

—¿Estás bien?— quiso saber Joel.

—Si pero...

—Yo te quitare sangre— su sonrisa me transmitió paz y  agradecí el gesto.

Hablo con el extractor y asintió dejando que él tomara el control.
Acerco una banda elástica y la enredo en mi brazo, al encontrar la vena pudo introducir la aguja y dejar que la sangre fluyera.

Levantó mi rostro y dejo que su mirada chocara con la mía, sus labios se curvaron. Me dejo atónita, sus ojos claros miraban hacia otro lado, se posaron en mis labios y sentí como se acercaba poco a poco.

¿Qué estaba ocurriendo?

—Yo creo que con eso es suficiente— interrumpió el extractor.

—Si por supuesto— contesto Joel.

Se apresuro a quitar la aguja y aflojar el nudo, sus manos presionaron una gasa con antiséptico en mi brazo.
Lo hizo de una forma tan cuidadosa que resulto más extraño de lo usual.

—Doctora Marzi —llamo el doctor Vega.

—Digame Doctor.

—¿Le gustaría tomar algo conmigo? ¿A solas?

—Disculpe pero tengo asuntos sin resolver —dije rechazándolo con cortesía.

—El viaje sera la próxima semana, esperó verlos en el aeropuerto para entonces, recibirán una carta con sus pasajes.

—¿La próxima semana?— pregunte asustada.

—Necesitamos ayuda lo antes posible y ustedes están más que calificados.

Joel me miro un instante, pero ya no era una mirada amistosa.

Las cosas en mi vida eran demasiado raras como para sumarles algo más.

Mi corazón se rompió al escuchar que el mes que creía tener se había convertido en una semana.
Me despedí del doctor y regrese al trabajo.

Volví a neonatología, era lo único que podría hacer que me olvidara de todo. Extrañe a Cristina por un momento, ella y sus enormes ojos azules que iluminaban mi vida. 

Sentí mi celular vibrar en mi bolsillo, por mas que lo ignorara la llamada era insistente.
Salí a la sala de espera y atendí.

—Hola.
Ale, no creerás esto.
—¿Aime? ¿Creer qué?
Recuperaron tu dinero.
—¿Qué? ¿detuvieron al ladrón?
Mejor que eso. Alguien dono la misma cantidad a tu cuenta.
—No... No creo.
Podrás viajar y mejor aún, ayudaras a todos lo que lo necesitan
No entiendo nada Aime, hablaremos después.

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