ALE:
Tomé mi bolso pequeño con algunas prendas y me dirigí a la estación de trenes, el frío era insoportable y la nieve comenzaba a caer poco a poco.
Sólo quería hablar con los señores Strauss sobre el bebé, ya no les diría que lo daría en adopción, lo tendría y me haría cargo totalmente.Los copos de nieve llenaban las ventanas del vagones, necesitaba sentirme bien conmigo misma y sabia que en ellos encontraría todo el apoyo.
Los llame por teléfono cuando ya estaba por llegar.—Ale querida, ¿Cómo éstas?
—Bien. ¿Están en casa? Pasaba a visitarlos un rato.
—Si, te esperamos.Al llegar a mi destino tome un taxi para llegar a la casa de los señores Strauss.
Ambos quedaron anonadados al verme bajar con mi barriga. Se miraron un momento y me saludaron cálidamente. Sabía que tendrían miles de preguntas y debería responderselas.
Pero antes de que lo hicieran decidí contárselo todo.
Al finalizar mi relato no supieron que responder.—Leo — hablo el señor Strauss— él siempre ha sido así.
—Se fue al cumplir la mayoría de edad. Nosotros queríamos que estudiara algo que le sirviera a futuro pero él se negaba rotundamente, desde entonces no ha vuelto a casa —explicó la señora Strauss.
—Ahora podemos redimirnos de nuestros errores con nuestro futuro nieto, no apoyamos a nuestro hijo pero no cometeremos el mismo error dos veces— concluyó el señor Strauss.
—Sólo vine porque quería que supieran de la existencia del bebé —respondí.
—Nosotros seremos tu familia —dijo la mujer.
Ella se acerco y me abrazó con mucho afecto.
—Somos tu familia...
Las lágrimas corrieron por mi rostro, nunca me había sentido tan cómoda como con ellos. Me aceptaron como si fuera su hija, pasamos varios días juntos y convivimos muy bien, el bebé no dejaba de patear como loco cada vez que escuchaba sus voces y me hacia doler demasiado todo el cuerpo.
Los días pasaron y se acercaban mas a la navidad.
—Te quedaras con nosotros Ale — me dijo un día el señor Strauss— Queremos malcriar al pequeño apenas nazca.
—Aún falta mucho —dije riendo.
—Te tenemos una sorpresa —hablo la señora Strauss.
Me cubrieron los ojos con una venda y me llevaron escaleras arriba con cuidado.
—Llegamos...
Me despejaron la vista y me lleve las manos a la boca. No podía creerlo.
—Para ti y para el bebé.
Era un habitación decorada armoniosamente, de un lado había una enorme cama junto con una pequeña cuna, muñecos y peluches decoraban los estantes junto con varios adornos, una silla mecedora junto a la ventana y las paredes decoradas con hermosas letras que decían : "Bienvendido|a"
—Es hermoso —dije llorando.
Con el embarazo estaba mas que sensible.
—Cuando sepamos que es pondremos mas color —explico la señora Strauss.
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LA ESTRATEGIA |COMPLETA
RomanceLeo le debía a su apariencia todo lo que había conseguido, era atractivo, engreído y superficial. Ale aún luchaba por alcanzar sus metas, era inteligente, honesta y humilde. Sus destinos se cruzarían al compartir departamento y evitar crear un laz...