Capítulo 20

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ALE:

Me encantaba explorar sus labios, sentir sus manos recorrer mi piel centímetro por centímetro. En mi interior se despertaban miles de sensaciones únicas e inigualables y no tenia palabras para describirlas.
Me aleje de su boca, su respiración chocaba con la mía, podía ver como su pecho subía con cada inhalación profunda.

Sus manos deseaban explorar mas allá de mi ropa pero no se lo permití, dejar que lo hiciera seria resignarme a ser una de tantas y conformarme con serlo.
En sus ojos la lujuria se abría paso, me observaba como una fiera a su presa, sabía lo que buscaba de mi.
De pronto mi estomago crujió, todo lo acumulado amenazaba con salir, mi boca se lleno con saliva y supe que tenía que correr rápido al sanitario. Apenas llegue a agacharme cuando sentí que el vomito empujaba mi garganta, mi estómago se revolvía y comenzaba todo el ciclo de nuevo: náusea, dolor, saliva y vomito. Arcada tras arcada logre vaciar el contenido de mi epigastrio.

Leo estaba en la puerta del baño mirando todo ese show.

-¿Te sientes bien? -pregunto.

Lo mire unos instantes, tenia un gesto de asco pero aun así continuaba allí parado.

-Si, es solo una indigestión.

-Si. Comimos mucho... Te haré un té -dijo alejándose.

Me quede allí, con la cabeza dentro del inodoro esperando otra arcada.
Me sentía terrible, mi cuerpo estaba débil y mi estomago clamaba del dolor, mi cabeza daba vueltas.
Esa noche habíamos comido como nunca antes, estábamos tan felices disfrutando nuestra compañía y yo vine a arruinarlo.
Cerré la puerta, me dispuse a lavarme los dientes y asearme un poco.

Escuche tres golpes en la madera, seguidas de su voz preocupada:

-Ale, ¿te sientes mejor? Te prepare el té.

-Estoy bien, gracias.

-Te espero en la sala.

Escuche sus pasos alejándose, me arme de fuerzas para ir con él pero mi cuerpo me traicionaba y volví a vomitar.
Maldita sea...

Esa noche me sentí como una niña pequeña, él me traía jugos e intentaba animarme. Quiso darme varios antiácidos pero no soy de tomar medicamentos, si me había recibido de doctora pero no me gustaban las pastillas y era algo tan irónico.

Estuve en el sillón junto a una fuente especialmente acomodada por si volvía a devolver lo que comía. Llame a la clínica e informe de mi estado para pedir el día libre, mi piel se había puesto pálida y temía haber sufrido alguna intoxicación.
Al llegar el día envíe a Leo a cumplir con su trabajo y convencerlo que dejarme sola no era nada peligroso. Tome un respiro de su presencia, a veces era algo pesado. Estaba mas que segura que nunca tuvo novia y era más que evidente que deseaba sobre protegerme.
Luego de mi bochornosa escena en el baño no había intentado volver a besarme ni tocarme.

Me gustaba la soledad, hacia mucho tiempo que no me sentaba a reflexionar sobre lo último en mi vida, hice notas mentales sobre lo malo y lo bueno.

Lo malo:
-La señora Jones partió de este mundo.
Derrame una lágrima al recordarlo.
-Cristina volvía a estar con su madre.
-Había subido de peso. Por lo menos yo lo notaba.

Lo bueno:
-Me uniría a médicos sin frontera.
-Terminaría el año salvando vidas.
¿Qué mas?
-Leo...

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