Capítulo 37

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ALE:

Ya no sabía que pensar, ni que hacer. Debía hablar con Leo pero ¿Cómo? No podía llegar a su departamento y decirle: "Hola tendremos un bebé".
¿Dudaría de mí? Probablemente.
Hablar por teléfono tampoco era buena idea, pero en realidad no quería tratar con él, pasamos por mucho pero no creía que fuera necesario afrontar esto juntos.
¿Podría yo sola con un pequeño bebé? Por supuesto, me forme en medicina y sabía como hacerlo. Pero con un hijo propio era muy diferente.

Lo extrañaba, la fría noche me envolvía por completo. Regrese a la casa de Joel, lo encontré preparando la cena para su esposo, sus sentimientos por mi habían vuelto a ser los de antes y nuestra amistad se fortaleció con la inesperada noticia de mi embarazo.

—¿Quieres comer? —preguntó.

—No, ya cené.

—¿Qué tienes? —se aproximó y me abrazó suavemente.

Sus muestras de afecto me ayudaban mucho más de lo que parecía, adoraba sentir su calor, me recordaba vagamente a Leo.

—Aún no decido que hacer— admiti.

—Lo tendrás obvio.

—Si pero ¿y luego?

—¿Luego? ¿Qué dices Ale? ?No quieres al bebé?

—Si pero... No podre con esto.

—¿Entonces? —dijo alejándose.

—Lo daré en adopción.

Oírme decir eso pareció mas que decepcionante para ambos.

—¿A quién? —quiso saber.

—Primero hablare con los padres de Leo, y luego decidiré que hacer.

—Yo lo cuidaré por ti —concluyó. —Si no lo quieres Ale, lo adoptare con Andrés.

Asenti pero no dije nada, en realidad Joel era la mejor opción.
Me dirigí a mi habitación, necesitaba recostarme y dormir hasta olvidar todo. Pero no, mi cabeza no dejaba de atormentarme, me dolía tener que tomar una decisión tan brusca.
Necesitaba hablar con alguien que supiera aconsejarme, necesitaba desesperamente a mi madre. Pero ella estaba muerta, ni siquiera sabia su nombre, no sabia nada en lo absoluto. Me pregunte ¿Qué sentiría el bebé que llevaba en mi vientre si pasará por algo similar a lo que yo pasaba y nadie pudiera estar con él o con ella?
No podía hacerle eso, las lágrimas escaparon de mis ojos. No podía hacer esto. Jamás.

Primero fue como una pequeña molestia, algo insignificante, pero a medida que mi llanto crecía lo sentía con más y más fuerza. Me estaba pateando, se movía de un lado a otro como diciendo: "Aquí estoy mamá".
No le haría esto, no tenia la culpa de mis errores.

Yo seria mamá, tendría un hijo. Y nada cambiaría eso.

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LEO:

Eran casi las 11 de la noche cuando Adrien tocó a mi puerta.

—¿Está todo bien? —pregunté.

Me miro dudando, lo invite a pasar y tomar algo pero se comportaba de forma muy extraña.

—¿Qué sucede Adrien?

Sus ojos se volvieron oscuros y muy tristes.

—La vi.

—¿A quién viste? —pregunté extrañado ante su silencio.

—Vi a Ale, Leo. Ella esta... diferente.

—¿Qué? No, ella esta en Liberia. Fue a trabajar a África.

—No no amigo. Ella está aquí, no se fue.

—¿Entonces...? —todo era más que raro— ¿Por qué no regreso aquí?

Sonrió burlón, se frotó la cara con las manos pensando bien lo que diría.

—Porque te comportaste como un completo idiota con ella. No regresará a ti Leo.

Sus palabras me dolieron más de lo que creía.

—Lo sé— respondí— ¿Sabes dónde la puedo encontrar?

—No, ya debo irme.

Se levanto yéndose hacia la puerta, lo acompañe pero antes de cruzar la puerta giro y me palmeo la espalda diciendo:

—Ve a pasar navidad en casa de tus padres, sería una muy buena idea — me guiño un ojo y se marchó.

No le di mucha importancia a sus palabras, de todas formas me quedaría a celebrar en alguna fiesta o algo por ese estilo.

Si Ale no se había marchado supuse que Aime sabría de ella.
Marque su número y espere a que contestará, cuando estaba a punto de colgar escuche su voz del otro lado.

—¿Leo?
—Ale no se fue, ¿cierto?
—¿Quién te lo dijo?
—No importa, ¿dónde esta?
No Leo, ella ya es grande, puede vivir donde guste sin necesidad de decirme.
—Oh por favor Aime, ¿Sabes o no?
No Leo. No .
—¿Por qué no se fue? —quise saber.
Eso deberías hablarlo con ella.
—No tengo idea de donde buscarla. Ayudame— rogué.
No puedo, se lo prometí.

Corte la llamada de inmediato.

No sabría donde buscar, sentía como los días pasaban y la pena de no tenerla se me hacia más insoportable. Moría por verla sólo un segundo, sentir su piel suave bajo mis dedos y sus labios delicados en los mios.
Cada noche entraba en su habitación y me quedaba dormido en su cama preguntándome: ¿Qué estaría haciendo? ¿Estaría bien? ¿Sufrirá? ¿Me extrañara?
Me maldije por mi estupidez y mi maldita idea de borrarla de mi vida, yo no soy nada sin ella. Pero hasta ahora lo sabia.

Adrien tenía razón, lo mejor era ir con mis padres y despejar mi mente. Tal vez ellos sabrían que hacer.

Programe mi viaje para el 22 de diciembre, sólo faltaban unos días.
Recordé cuando le pregunte a Ale si quería venir conmigo, no le gustaba esas cosas y prefería hacer como que era un día más. Me sentí mal por ella, no tenia familia, no tenía a nadie.
Estaba sola...

Los amo.

Yanni

LA ESTRATEGIA |COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora