Capítulo 4. Lisa.

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Entonces se dio la media vuelta y desapareció entre la multitud, tuve la impresión de que algo realmente le había molestado... ¿Pero qué dije? Suspiré resignada y comencé a buscar a Rudy con la mirada.

Sería mejor si dejase de encontrarme con Ian y quizás no hablarle... ¡Ni siquiera por pura educación! Era obvio que era una completa tortura seguir como si nada cada vez que nos topábamos...

Me mordí el labio y traté de parar la ola de frustración que ahora quería hundirme.

Alguien tomó mi brazo, por un momento pensé que era Rudy pero al ver su mano y su rostro decidido entendí que no me dejaría ir tan fácil.

-Necesitamos hablar- Dijo firme.

Apreté la mandíbula y me zafe de su agarre pero él me presionó más fuerte y me llevó cerca de un puesto de perritos calientes.

-Tú y yo no tenemos nada de qué hablar- Solté con una voz que hacía tiempo no usaba.

-¡Es suficiente Anna!- Dijo severamente.- Debemos hablarlo, no puedo dejar que pienses que soy un asesino por el resto de tu vida... no es así como sucedió.

La garganta se me secó, no quería escucharlo... ya no quería saber más nada acerca de ese día.

Comencé a negar.

-¡En el momento que conseguí su brazalete entre tus cosas, todo cambió!- Mis ojos se aguaron.- Ya no hay nada que debas decirme.

-¡Fue un malentendido!- Me agitó.- Solo... por favor escúchame, y si no quieres saber más nada de mí lo entenderé, pero no dejes que esto continúe así...

Lo miré por un segundo, la imagen de Lisa aparecía como una película en mi cabeza... cayendo miles y miles de veces sobre el pavimento. Entonces mis ojos se volvieron calientes y quise huir lo más lejos posible de ahí.

Soltó mi brazo al ver que ya no hacia resistencia, su mirada se ablandó.

-Anna...- Me hizo volver en sí.- ¿Podemos hablarlo en un lugar más callado?

Miro alrededor percatándose de la multitud y el fuerte vapor que emanaba el puesto de perritos calientes.

Negué y me mordí la mejilla interna.

-No puedo...-Solté.

-¡Veo que ya se conocieron!- Entonces escuché la voz de Rudy justo detrás de Daniel, nos miraba con una extraña sorpresa.

Daniel bajó la mirada y dio un paso atrás, Rudy lo tomo de la mano.

-Este es el chico del que te hablaba el otro día- Habló con una sonrisa.- El que conocí en mi clase de matemáticas aplicadas.

Traté de sonreír, aunque realmente no podía recordar nada sobre esa conversación.

-Debo irme...- Dije con rapidez.- No me siento muy bien, creo que el algodón de azúcar estaba algo viejo...Nos vemos.

Me despedí lo mejor que pude y desaparecí sin antes decir un "mucho gusto", Daniel no hizo más que asentir y caminar con Rudy en dirección contraria mientras esta miraba la escena ahora confundida.

Camine lo más rápido que pude hasta que escuchar mi nombre hizo que me detuviera en seco.

-¡Anna espera!- Era Daniel, corrió hacia mí.- Tuve que irme, había pasado algo...- Dijo más cerca, a unos cuantos pasos de mi.

Lo miré sin entender.

-El día del accidente... esa tarde recibí una llamada, por eso no pudimos vernos y yo...

Amigo de la Infancia 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora