Capítulo 13. Lo siento.

413 34 4
                                    

Abrí los ojos poco a poco y trate de moverme, pero me hallaba en el suelo atado de las manos. Observé el lugar donde me encontraba, no pude saber exactamente cuál era pero si sabía que continuábamos en el campus.

Maldita sea, Anna.

La desesperación me golpeó, por primera vez.

Al imaginarme a Jeremy tocándola con sus desgraciadas manos y yo sin poder hacer nada, todo por mi maldita impulsividad, me hacía sentir impotente. Respiré con fuerza y traté de buscar una salida.

Tenía que encontrarla, si le hacían algo no podría perdonármelo jamás.

***

Anna

Di un gran bostezo y baje el lápiz, ya sentía los ojos pesados.

Revise mi teléfono por última vez y simplemente Ian nunca contestó, suspiré y me dirigí a la cama. Tuve una extraña sensación en el estómago, solo esperaba que no hubiese cometido alguna estupidez y todo estuviera bien.

Aunque a quien engañaba, hoy definitivamente no podría dormir.

Me mordí el labio y me quedé en el borde solo pensando, apretando la cobija hacia mí, con la mirada fija en el suelo. Algo no se sentía bien.

Las pisadas fuera de mi habitación me pusieron en alerta, abrí los ojos de par en par. Aguanté la respiración y vi como pasaban rápidamente, tal vez estaba exagerando las cosas.

Pero entonces una sombra se poso en la puerta, y comprendí en unos segundos lo que estaba pasando. Corrí y apague la lámpara de mi escritorio y me escondí debajo de la cama de Rudy, tapé la mitad de mi rostro con mis manos para que mis respiraciones agitadas no se escucharan.

Abrieron la puerta y encendieron la luz, muchas pisadas se escucharon por toda mi habitación. Había varias personas.

-No está aquí- Soltó una voz masculina.

Uno de ellos camino con lentitud, pude ver sus zapatos. Tenis blancos desgastados.

-Eso parece...- Reconocí la voz.

Me helé por completo y cerré los ojos pidiendo que no me encontraran, que solo se fueran.

-A no ser...- Continuó.- Que aquí este.

Abrí los ojos de golpe y entonces vi a Jeremy de cuclillas mirándome con una extraña sonrisa.

Me tomó por el brazo y me haló como si fuese de papel, me zafe de su agarre pero luego los dos chicos que se encontraban con él me alzaron impidiendo que pudiera moverme.

-¿Qué hiciste con Ian?- Temblaba muerta de miedo pero aun así, soné cortante.

-Le di su merecido- Se encogió de hombros.

Tragué corto.

-No te preocupes, el era solo una piedra en el camino- Continuó.- Y me tomó por la barbilla.- Ahora, tu y yo tenemos algo pendiente.

Me sacudí.

-¡Tú y yo no tenemos nada pendiente!

Sonrió.

-¿Te han dicho que cuando te molestas tu mirada se oscurece?

Apartó un mechón de mi cabello y lo colocó detrás de mi oreja.

-Si no me dejas ir gritaré- Sentía mi corazón acelerado.

Se acercó imponente sin decir ni una palabra.

Amigo de la Infancia 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora