Capítulo 8. Sintiendo de nuevo.

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Y "un mañana en la tarde" se volvió en un instante, en el momento en que ella entrase por esa puerta significaría solo una cosa: Que lo estaba intentado de nuevo, así que volvería a abrirme.

Había caído en cuenta de eso mientras me encontraba en la mesa del café, esperando impaciente, aunque fue realmente innecesario porque había llegado 20 minutos antes. Pero no me importaba, después de varios años al fin tendríamos un encuentro normal y hablaríamos como gente civilizada. A la vez me sentía estúpido de haber caído tan fácilmente a sus encantos, pero en el fondo es como si hubiese estado esperando este momento desde hacía varios años.

Me desplomé en el asiento.

Algo estaba mal, me sentía ansioso y eso solo ocurría antes de una pelea. Sabía a que se debía, ya había pasado por esto. Solo quería estar seguro...esta vez tenía que asegurarme.

El reloj de la pantalla de mi celular indicaba que eran la 5:30 pm. Miré hacia la ventana, esta se encontraba empañada por los bordes con pequeñas gotas de agua regadas por el vidrio; afuera todo era gris y frío. Sin duda deprimente.

Pero entonces, la campana de la entrada sonó dando a entender que alguien llegaba. Desvié la mirada y me encontré con esos ojos azules totalmente perdidos. Esperé a que me mirara... sentí un alivio, porque por un momento llegue a pensar que no vendría.

Relájate Ian.

Finalmente chocamos miradas, ella sonrió ligeramente y se dirigió hacia mí.

-Siento la tardanza...- Se sentó frente a mí.

-Descuida... solo creí que me volvería viejo- Bromeé con la intención de ser algo... ¿seco?

Perfecto.

Me miró un momento, como pensando, hizo como si no hubiese dicho nada.

Carraspeé.

-Así que... una cita- Continué.

Anna

Sonreí.

-¿Quién habló de una cita?- Fruncí el ceño.

-Pues tú me invitaste aquí- Se encogió de hombros.

Touché.

La verdad era que sí, yo ofrecí el lugar... ni siquiera sabia por qué lo había hecho. Tal vez verlo aquí no sería tan estresante, podíamos estar más calmados.

-Solo dije un lugar para poder reunirnos, tú comenzaste con lo de la cita.

-¿Por qué lo hiciste?- Se acercó un poco.

Pasé saliva y traté de ignorar la subida de nervios que se adueñaba de mí a tan simple movimiento.

-¿Preferías que nos viésemos, no lo sé... en la entrada del gimnasio?- Lo miré confundida.

Volvió a encogerse de hombros.

-Seguiría siendo una cita.

Bufé.

-Pues si te hace feliz creer que esto es una cita, solo por ser educada y ofrecerte venir aquí, entonces está bien- Dije finalmente.

Enarcó una ceja para luego soltar una carcajada, le seguí.

-Y bien...-Continué.- ¿Cómo está tu familia?- Hablé por hablar.

Suspiró.

-Bien, supongo... seguimos separados por todo el país. Pero creo que es mejor así- Sonrió.- No podríamos estar todos juntos en una casa por mucho tiempo.

Amigo de la Infancia 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora