Capítulo 40. Un amigo ayuda a un amigo.

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De nuevo, la indiferencia de Ian era como si un gran bloque de concreto aplastara mi corazón.

Estaba enojada y frustrada conmigo misma por la manera en que las cosas habían resultado. ¿Habría sido muy impulsiva? Lo más seguro. ¿Pero cómo hacerle entender a Ian que lo quería conmigo? Que solo necesitaba más tiempo.

-¿Estás bien?- Su voz me saco de mi trance.- No sabía que eras de esas que se comen las uñas, ¿estás preocupada?

Soltó en tono de burla. Lo miré un instante y suspiré, no podía irme sin antes ayudarlo. Lo siento Ian, pero me hallaba entre la espada y la pared.

-Hey, ¿estás bien?- Sentí la calidez de su mano en mi mejilla.

-Sí, estoy bien. Solo estaba pensando- Me encogí de hombros.

-Es tu pasatiempo favorito, me doy cuenta.

Solté una risita.

-¿Qué quieres hacer hoy?, ¿Quieres salir?- Pregunté con cautela.

Suspiró y dejo descansar su cabeza en el sofá.

-Pues la verdad es que no, hoy no me siento tan bien.

-¿Te duele algo, quieres recostarte?- Parecía una madre sobreprotectora, el lanzó una carcajada.

Negó y me miró un instante, de nuevo sentía que me analizaba.

-Siento que he recordado cosas, solo que no me llevan a ningún sitio ¿entiendes? Nada tiene relación.

-No te rindas, no es motivo para estar triste ¿sí?- Me acerqué a él y sentí la necesidad de pasar mis dedos por su cabello, pero me contuve.- Lo importante es que estas recordando, poco a poco todo tendrá sentido.

-Si...- Suspiró.- Todavía no entiendo, como pude haberlo arruinado todo contigo. Sin embargo, estas aquí...

Baje la mirada y traté de sonreír. La culpa era amarga.

-¿Qué te parece si nos divertimos un poco?- Continuó y le echó una mirada rápida al mini bar.

-Eso me gustaría. Pero, ¿está bien que tomes alcohol?

Volcó los ojos.

-Un poco no me hará daño, Anna. Diviértete un poco ¿sí?

Asentí, necesitaba despejarme un poco.

***

Ian

Estrellé el teléfono contra la pared, dos grietas se dibujaron en la pantalla.

-¡Hey amigo cálmate!- Soltó mi compañero de habitación.

Descargué mi mirada sobre él, si escupía otra palabra lo golpearía, juro que de verdad lo haría.

Se quedó en silencio y volvió a lo suyo, me levanté y salí de la habitación de un portazo.

Esto de darle a Anna su espacio no estaba funcionando para nada. Intentaba entenderla, de verdad. ¿Pero por qué diablos tenía que ser tan malditamente emocional?, ¿No se daba cuenta que los accidentes pasaban? No era como si ella hubiera ido al volante el día en que ese idiota decidió volcarse.

El había ganado, después de todo, el infeliz lo logró.

Ahora mismo podrían estar juntos, haciendo que sabe qué y yo aquí volviéndome loco. Luego de tanto, esto era lo que me ganaba después de dejar que mis sentimientos salieran. Una patada directa al orgullo.

¿Esto era lo que significaba estar enamorado?, tener a esa persona especial en lo más alto, olvidarte de ti por un momento y dedicarle todo... Abrirte a ella a pesar de tener miedo, para que un día llegue y te defraude sin más ¿y luego sentir este montón de mierda?

Amigo de la Infancia 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora