Capítulo 24. La Boda - Parte 3.

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-Ian, despierta- Dije con nerviosismo.

Se revolvió colocándose la almohada encima del rostro.

-No seas pesada...- Gruñó.

-Es importante- Le quité la almohada.- ¿Qué ocurrió anoche?

Suspiró con frustración.

-Ian...- Lo sacudí, abrió los ojos y me miró con molestia pero no me importó. Tenía que saber.

Se reincorporó y se rascó la cabeza. Fue inevitable para mí echarle una mirada a su escultural cuerpo.

-Ayer hiciste un horrible desastre- Se quejó.

Suspiré, pero aun no me sentía para nada aliviada.

-¿Desastre?- Solté confusa y agité el rostro.- ¿Por qué amanecí sin ropa? Es decir... solo tenía tu camisa.

Me miró con seriedad y soltó una risita sin separar los labios.

-¿Eso es un problema?

Pasé saliva.

-Es que, me hubiese gustado al menos recordarlo...

-¿Recordar qué, exactamente?- Tomó un mechón de mi cabello.

Me crucé de brazos, estaba jugando conmigo.

-Pues si tú y yo...- Se me trabó la lengua, pero respiré hondo para decirlo de una buena vez.- ¿Acaso tú y yo dormimos juntos?

-Llevamos dos noches durmiendo juntos pequeña- Sonrió con esa mirada.

Volqué los ojos y me levanté.

-Olvídalo.

Suspiró.

-¿Crees que me acostaría contigo viendo como llegaste anoche?- Se sintió insultado.- ¿Me crees esa clase de chico?

-No...- Bajé la mirada ahora con culpabilidad.

-Te desmayaste en la puerta y luego vomitaste... sobre mi- Me fulminó con la mirada.-No me quedó más opción que meternos a ambos bajo la regadera.

Lo miré con vergüenza y algo de arrepentimiento.

-Lo siento...

-Nunca me aprovecharía de ti- Seguía con el mismo tono molesto.

-Lo sé- Me acerqué a él y lo tome de las manos.- No es por eso que yo...

Y me quedé sin palabras, quizás fuese mejor no decir nada para no arruinarlo más.

Me miró con cansancio y solo me desordeno el cabello. Se inclinó a darme un beso en la frente.

-Por cierto- Me miró con malicia.- Me gusta el lunar que tienes en el pecho derecho, cerca de...

Abrí los ojos como platos.

-¡Qué rayos! ¿Acaso tu...?- Me lleve instintivamente la mano hacia el lugar en cuestión.

Comenzó a reír.

-No pude evitar mirar- Se encogió de hombros.

-Que caballeroso de tu parte...-Gruñí y me di la vuelta para colocarme algo de ropa decente.

-Agradece que estuve cuidándote toda la noche- Seguía sin borrar la sonrisa.

-No me harás sentir culpable.

Me coloqué lo primero que encontré y me volví hacia él.

-Vístete, iremos a comer- Solté.- Hoy es el gran día.

Amigo de la Infancia 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora