CNCO «Encarcelados»||Terminada

Capítulo 11.

Al parecer el chico o la persona que entró en el cuarto de la chica de al lado se había ido, pues oí la puerta cerrarse, ya no se escuchaban gritos pero sí a la chica llorar, no tenía ni idea lo que le pasaba pero sin duda no quería que me lo hicieran a mi.

Mi corazón se puso a mil y mis piernas comenzaron a temblar al escuchar unos pasos cerca de mi puerta, los ojos se me pusieron vidriosos, no entendía como había llegado a esa situación.

Me puse de pie, justo al lado de la cama, agarrándome a ella ya que las piernas me temblaban lo suficiente como para no poder mantenerme de pie, todo ocurrió como a cámara lenta.
Escuché la llave entrar lentamente en la cerradura, una vuelta, otra vuelta y una última hasta que se escuchó una especie de chasquido, observé cómo el mango de la puerta bajaba indicando que alguien iba a pasar.

Entró el chico con el pelo más largo, el mismo que me metió en aquella habitación el primer día,iba vestido de negro hasta arriba,igual que todos allí.

De repente cerró la puerta a sus espaldas y me miraba como si yo fuera la misma mierda, sus ojos marrones y redondos no transmitían piedad, nada más vi que adelantó uno de sus pies dando así el primer paso, no lo pude evitar, no creo que fue la mejor decisión pero no pensaba, estaba cegada por el miedo y corrí hacia el baño que quedaba a escasos metros, cerré la puerta detrás mía y coloqué mis manos empujando la puerta.

Observé mis manos temblando sobre la puerta blanca,una lágrima cayó sobre mi brazo y comprendí que la había cagado, un fuerte golpe sonó en la puerta y yo me di la vuelta, quedando mi espalda contra la puerta, golpe tras golpe me hacía dar un bote hacia adelante y mis lágrimas caían, empezó a gritarme.

-¡Sal!¡joder!hazme caso-gritaba contra la puerta.

-¡Sal ahora mismo de ahi!-repetía insistente y en ese momento un recuerdo volvió a mi cabeza.

Flashback.
Mi padre entraba por la puerta de mi casa,como todo los días pretendía ir a darle un beso y un abrazo,hoy llegaba un poco más tarde de lo normal, igual que toda la semana pero seguro que era porque se quedaba en el trabajo,eso pensaba.

Nada más entrar por la puerta se cayó al suelo, yo corrí rápido a ayudarle, una gran peste a tabaco y alcohol inundaron mis fosas nasales pero aún así quise levantarlo, no podía, pues era muy pequeña, justo después consiguió levantarse dando tumbos, me preocupé mucho y decidí que en ese momento era bueno darle un abrazo,que inocente era.

Le di un abrazo pero al querer soltarme de él no me dejó, pensaba que estaba muy cariñoso hasta que empezó a descender su mano por mi espalda, no le quería decir nada, pues era mi padre, pero me hacía sentir incómoda, en un momento logré zafarme de su agarre quedando enfrente a él.

-Papi¿estás bien?-pregunté inocente.

Él me miró y rápidamente me agarró fuerte subiendome al cuarto por las escaleras , le gritaba diciéndole que me hacía daño y que me bajara,pero él pasaba de mí.

Llegamos a su habitación y me tiró sobre su cama y empezó a levantar mi camiseta, mis lágrimas salían de los ojos sin control, conseguí escabullirme hasta el baño de mi habitación, y ahí puse el pestillo y coloqué mi espalda contra la puerta, se escuchaban sus golpes y gritos desde el otro lado "Cloe,sal de ahí","¡sal ahora mismo de ahí!"

Fin del Flashback.

Desde aquel día todo cambió, nada volvió a ser como antes, mi padre ya dejaba de comportarse como tal, venía siempre apestando a alcohol y yo temía de él, mi madre era una gran puta y se acostaba con mil hombres y tenía que hacer como que no sabía nada.
Esa mierda era difícil de asimilar para un niña de tan sólo 8 años.

Con los años aprendí a hacerme fuerte, apoyándome en mis amigos, aprendí a no llorar, vivía con mis padres pero no los consideraba como tales, me daban comida, hogar y dinero, era para lo único que servían.

Pensaba terminar de estudiar y hacer una carrera e irme a vivir a mi propia casa olvidandolos por completo, pero al parecer no iba a tener opción de hacerlo.

Me dolía verme en la misma situación que hace años atrás,aunque no fuera mi padre.
Pero tenía que ser fuerte y no lloriquear tanto.