Capítulo 34.

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Su rostro estaba apenas a un par de centímetros del mio y de repente sonó la alarma indicando la hora de la cena, caí en ese momento en lo que estábamos haciendo, yo lo empuje y él se alejó, me miró apenas unos segundos y luego respondió mi pregunta que le había hecho antes.

—No lo quieras saber—nada más decir esto se retiró marchándose de la celda por el pasillo, me quedé quieta apenas unos segundos con el corazón a mil, cuando la voz de Alan me sacó de los pensamientos.

—¿Vamos a cenar?—dijo desde la puerta de mi celda, yo asentí y caminé en su dirección.

Caminamos hasta llegar a la puerta del comedor, entramos y nos dirigimos a por las bandejas, cada uno agarró su comida y después fuimos hasta la mesa dónde ya estaban Erick, Joel y Zabdiel, me senté alejada de Erick y Alan se colocó a mi lado, justo después llegaron el resto.

Tranquilamente comíamos, yo no hablaba, solo de vez en cuando levantaba la mirada y me encontraba con Erick mirándome así que solo me dediqué a mirar la comida.

—¿Que tal te lo has pasado en el patio?—preguntó Alan refiriéndose a mi.
Levanté mi mirada y ahora todos me miraban.

—Ehh, muy bien, la gente que va allí es más simpática que los que se quedan aquí—dije a modo de indirecta ya que todos se habían quedado dentro.

Los chicos se miraron y luego volvieron a dirigir la mirada a la comida.

(....)

Ya habíamos llegado a las celdas después de la incómoda cena, Erick estaba conmigo y la verdad que no tenía muchas ganas de estar con él.

—Hey Cloe¿vienes a dar una vuelta conmigo?—dijo el chico que me había encontrado esa tarde en el patio,no sabía como conocía mi nombre pero de todas maneras asentí sonriente bajando de la litera y saliendo de la celda.

Notaba sobre mí la mirada de Erick desde su cama pero no le hice caso ni le dirigí la mirada.

—¿Cómo te sabes mi nombre?—pregunté curiosa a aquel chico.

—Simplemente me informé—dijo soltando una risita que me hizo gracia.

—Y tú¿cómo te llamas?

-Mi nombre es Lorenzo, pero me llaman Loren—dijo soltando una carcajada contagiandome a mi, al parecer ninguno de la prisión estaba cuerdo.

(....)

Pasé mucho tiempo con Loren pero ya era hora de volver a la celda ya que las iban a cerrar.

—Adiós hermosa, me lo pasé genial—dijo mandándome un besito desde fuera de la celda.

Yo le sonreí y me despedí con la mano, iba a subir las escaleras cuando noté una fuerte mano agarrándome del brazo.

—Aaah, me haces daño—dije intentando no quejarme demasiado alto.

—¿Que te traes con él?

—Nada,es un amigo—dije intentando zafarme de su agarre.

—Mientes—me tiró fuerte contra su cama y se posicionó encima agarrándome los dos brazos con fuerza—¿Ya lo has hecho con él?

—¡Que no!que es....—no pude terminar la frase porqué el tapó mi boca con una mano y se acercó a mi oído—solo yo puedo tocarte, y tu vas a rogar por que lo haga—dijo quitando la mano de mi boca y se quedó mirándome.

—Dos cosas, uno, nunca rogare por ti.

—Eso ya lo veremos—me interrumpió sonriendo de lado.

—Y dos—dije mientras salía de debajo suya—Él es gay—concluí subiendo a mi litera.

No le pude ver, pero seguro que su cara en ese momento era de un completo idiota.

Justo unos minutos más tarde, pasaron los guardias cerrando las celdas y después apagaron las luces.

Yo seguía despierta sobre mi cama dando vueltas sin poder dormir.

—¿Quieres hacerlo antes de dormir?—escuché que decía Erick desde la parte de abajo de la litera.

—Nunca.

De pronto se escuchó un fuerte ruido, que fue Erick saltando desde su cama hasta la mia tumbandose a mi lado.

—Que me dejes en paz, no quiero nada contigo—dije dándome la vuelta y le daba la espalda, a lo que pronto me arrepentí ya que noté su erección contra mi trasero.

—¿Ves lo que provocas en mi?—dijo agarrándome de la cintura arrimandome a él.

Evite soltar un gemido mordiéndome el labio.

Él comenzó a pasar su mano por mi cuerpo haciéndome estremecer, en un movimiento rápido me dio la vuelta y se colocó sobre mí.

Estaba tan nerviosa que no sabía cómo reaccionar, comenzó a acariciarme y yo lo miraba estática.

Comenzó a dar besos sobre mi cuello y ahí perdí la cordura, subí mis manos despacio hasta su cuello, entrelazando mis manos por detrás, con sus manos tocaba mi cintura, empezó a bajarlas y cuando estuvo apunto de tocarme el trasero pero se bajó rápido de la litera, me quedé totalmente en shock y ahora con las ganas.

—Veo que no soy el único que lo quiere, pero no lo haré hasta que me supliques.

—Que te den, idiota—contesté enojada y escuché una pequeña risa por su parte.

CNCO «Encarcelados»||TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora