algunas reglas fueron hechas para romperse (justin bieber y tu)

capitulo 35

Nos dirigimos por el camino de tierra con solo las luces del Bronco y la luz de la luna alumbrando nuestro camino. Solo el sonido de los grillos y el viento golpeando a través de las ventanas abiertas podían ser escuchados. Era un silencio aislado, llenado con tristeza y melancolía.

Justin mantiene su vista fija al frente. Ni una vez me miró o notó mi presencia.

Recargándome en la puerta, giré mi rostro y deje que las lágrimas cayeran. Mi papá se había ido. La vida nunca será la misma. Yo jamás seré la misma.

Pronto nos detenemos junto a la casa de Justin. Limpie las lágrimas de mis mejillas y descendí del Bronco con las piernas temblorosas. Justin tiró de mi mochila y una escopeta del asiento trasero, la tensión sigue rodando de su cuerpo en oleadas. Volvió sus fríos ojos hacia mí brevemente antes de caminar arduamente hacia la puerta delantera.

Sin hablar, entramos en la casa vacía. Sin encender una vela o el uso de una linterna, Justin desapareció por el pasillo oscuro. Seguí, moviéndome lentamente mientras voy a tientas en mi camino a través de la oscuridad.

Su dormitorio estaba completamente negro pero mis ojos se adaptaron rápidamente. De pie en la puerta, lo vi tirar mi mochila en la cama. Sin decir una palabra, me pasó en la puerta, con cuidado de no tocarme. Me quedé de pie en la habitación, sintiéndome más sola de lo que nunca había estado antes.

Cuando la puerta se cerró de golpe, salté, el sonido me recuerda a disparos. El terror tenía a mi corazón desbocándose al recordar el horror de antes.

Mis piernas se sintieron repentinamente débiles e incapaces de sostenerme. Sentada en el borde de la cama, miré alrededor de la habitación. ¿Podremos Justin y yo ser los mismos de nuevo o tendríamos que vivir aquí sin hablarnos el uno al otro? ¿Dos personas tolerándose entre sí? Pero no importa qué, prefiero estar aquí que en cualquier otro lugar.

Justin volvió con mi bolsa de ropa. Después de ponerla en el armario, se giró, sus ojos en mí.

-Puedes tener el dormitorio. Voy a dormir en el sofá -dijo-. Yo sé que no quieres tener nada que ver conmigo y no puedo culparte, pero yo te quiero aquí. Tengo que saber que estás a salvo. -Asentí, mi garganta cerrándose con las lágrimas no derramadas. Debería haberle dicho que estaba equivocado - que quería estar aquí y yo lo necesitaba en este momento, pero en su lugar, me quedé en silencio y aparté los ojos de su camisa cubierta de sangre.

Caminando hacia el armario, tiró una camisa y unos pantalones cortos, sus movimientos enojados.

-Me dirijo a la cala para bañarme. Grita si me necesitas. -La agudeza de su voz coincidía con sus zancadas mientras salía de la habitación.

Me quedé en la oscuridad, de pronto agotada. Yo sólo quería ir a dormir y olvidarme de todo. Olvidarme delos hombres atacándome, olvidarme de mi padre moribundo, olvidarme de toda la sangre y el terror que me rodea.

Sintiéndome cansada, me cambié la ropa por una camiseta que me llega a la mitad del muslo. Sabiendo que Justin no estaba en la casa, me deslicé por el pasillo hasta el baño. En la oscuridad, me lavé los dientes sin agua y evitaba mirarme en el espejo. Por el momento en el que me metí en la cama de Justin, toda mi energía se había ido.

Cuando coloco las mantas sobre mí, su olor rodeándome, arropándome en comodidad y recordándome de todo lo que se había perdido.

Volteándome sobre mi lado, las lágrimas comenzaron a caer, una tras otra. Tal vez nunca deje de llorar. Cerré los ojos con fuerza, necesitando bloquear todo. Si el sueño pudiera llegar, podría escapar de todo.

***

Él estaba apretando mis muñecas, rompiendo los huesos bajo su mano.

-Te va a gustar essssssto- susurró la voz, sonando más como una serpiente que un ser humano-. Ese novio tuuuuuuuyo essssssta muerto. Se desangró muuuuucho cuando lo corté.