capitulo 5

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El hombre debía de haber adivinado lo que iba a hacer. Una mirada brutal sustituyó su sonrisa mientras se detenía balanceando el cuchillo. Con un gruñido, atacó.

 

Me escabullí hacia un costado, fuera de la línea de ataque. Su mano me alcanzó justo cuando un arma se disparó. La sangre salpicó mi rostro mientras el hombre caía hacia atrás, agarrándose el hombro.

 

—¡CORRE __(TN)! —gritó Jaxon a mis espaldas.

 

Me volteé. Él estaba parado con los pies extendidos, apuntando a mi posible atacante. Cuando los gritos llegaron de la parte posterior de la tienda, giró el arma en esa dirección.

 

—¡CORRE! —volvió a gritar, manteniendo sus ojos enfocados en el cañón de la pistola.

 

Me puse en marcha, bordeando al hombre sosteniendo su hombro y sacudiéndose en el suelo. Mientras corría, me limpié la humedad de mi cara, intentando no pensar en la sangre del extraño sobre mí.

 

Casi llegaba a la puerta de entrega cuando me golpeó. Las nauseas. El revoltijo en mi estómago. No, ¡no ahora! Envolví un brazo alrededor de mi cintura y apreté los dientes. Con mi mano libre, abrí la puerta de metal y me apresuré a entrar. Cerca de la parte posterior de la sala de suministros, podía ver un pequeño cuadrado de luz, indicando el camino de salida.

 

Estaba a mitad de camino cuando el olor me llegó. Algo mohoso y amargo. Podrido. Me detuve como si hubiese chocado contra una pared. Pero no era una pared. Eran las nauseas matutinas.

 

Con una mano alrededor de mi cintura, presioné la palma de mi otra mano sobre mi boca, luchando contra la urgencia de vomitar.

 

Cuando la ola de nauseas pasó, me apresuré hacia la habitación. Una pequeña, y gruesa ventana de cristal estaba localizada en la cima de la puerta trasera, haciéndome señas con la luz de afuera. Reuniendo todas mis fuerzas, arrojé mi cuerpo contra la puerta.

 

Afuera la lluvia se estaba convirtiendo lentamente en aguanieve pero no tenía tiempo para preocuparme por ello. Me lancé hacia el aguacero. Ahí fue cuando ya no lo pude soportar. Mi estómago se vació sobre el pavimento de detrás del edificio, la lluvia helada empapando mis ropas, pegándolas a mi cuerpo.

 

Apenas era capaz de permanecer de pie al momento en que la pequeña cantidad de comida en mi estómago me dejó. ¡Estoy tan enferma! ¡Oh dios, no puedo hacer esto! Mi estómago pesó de nuevo. Cuando lo vomité, me limpié la boca con el dorso de la mano y cerré los ojos contra el dolor de cabeza.

 

Sin ninguna advertencia, la puerta de metal detrás de mí se abrió de golpe,  golpeando contra la pared exterior fuertemente. Salté, esperando lo peor. Siempre espero lo peor en este pozo de mierda en que se ha convertido el mundo.

 

—¿Qué diablos? —exclamó Jaxon—. ¿Estás enferma?

 

—Estoy bien —contesté, limpiando nuevamente mi boca mientras la lluvia me bañaba.

 

algunas reglas fueron hechas para romperse (justin bieber y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora