capitulo 4

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Vi mientras Justin rebotaba la pelota de tenis en el piso y luego la tomaba en su mano. Rebote. Atrapada. Rebote. Atrapada. Sus ojos se quedaban en la pelota, y no se molestaba en mirarme.

Levanté mis piernas, golpeando contra la bala de heno debajo de mí. Las ramas secas picaban y se asomaban pero me gustaba mi posición. Desde aquí, podía mirar hacia abajo a Justin, en lugar de mirarlo siempre hacia arriba.
 
—Entonces, ¿Qué haces este fin de semana? —Me preguntó mirando hacia mí antes de rebotar la pelota de nuevo.
 
Me encogí de hombros. 
 
—Nada —le dije en mi voz aguda.
 
—¿Por qué? 
 
Me encogí de hombros otra vez. Él cogió la pelota y me miró, esperando por mi respuesta.
 
—Porque tengo trece años y mi papá no me deja ir a ninguna parte —hice un puchero.
 
La esquina de la boca de Justin se levantó en una sonrisa de medio lado. Lanzó la pelota contra el suelo y la cogió en el aire.
 
—¿A dónde quisieras ir? Si pudieras —preguntó, soltando el balón de nuevo.
 
—Una cita —le contesté, mirando la pelota chocar con el suelo y volar hacia arriba.
 
Sus ojos se dispararon a los míos mientras atrapaba la pelota en el aire.
 
—¿Con quién? —Preguntó, sonando sorprendido. 
 
La sonrisa en su rostro desapareció, reemplazada por un ceño fruncido. Vi su cuerpo apretarse mientras se movía a su otro pie, me recordaba a alguien repentinamente incómodo.

Mis ojos se agrandaron ante la cólera que había oído en su voz. ¿Qué había dicho? Me encogí de hombros otra vez. (Una mala costumbre que tenía.) 
 
—No lo conoces.
 
—Pruébamelo.
 
Puse mis rodillas hasta mi pecho y las abracé con fuerza. 
 
—David Peterson. 
 
Él me estudió. Su mirada pasó por encima de mis rodillas huesudas antes de mirarme a los ojos. Me sacudí de nuevo en mi asiento, haciendo caso omiso de la paja espinosa debajo de mí mientras esperaba a que él dijera algo.
Apartó la mirada y rebotó la pelota de nuevo. El sonido de goma contra el hormigón rebotó en el granero vacío.
 
—No lo conozco—dijo Justin, sonando aburrido de la conversación.
 
—Te dije que no lo hacías. Está en mi clase de lengua y literatura. Creo que tiene trece años, pero él puede ser un año mayor, ya que soy una de las más jóvenes en la clase. Su padre es dueño de la gasolinera en las afueras de la ciudad. Tú conoces esa. Tu mamá nos llevó allí cuando fuimos al circo hace unos años. ¿Te acuerdas? Ella nos compró coca-colas y barras de caramelo —Me sonrojé al darme cuenta de que estaba balbuceando de nuevo. Otra mala costumbre que tenía.
 
Justin se encogió de hombros, indiferente. Agarro la pelota, la lanzó al otro lado del granero. Pegó en el revestimiento de metal e hizo un fuerte ruido que resonó en la noche. Me encogí, esperando que no se despertara mi papá.
 
—Entonces, ¿cómo luce este David?
 
—Es lindo. A veces consigue detención, pero la mayoría de las veces es por cosas estúpidas como reírse durante la clase cuando estamos en examen.
 
Justin me observó, esperando a que dijera más. Me moví, repentinamente incómodo al hablar de un niño con él. ¿Por qué? no lo sé.
 
—Así que él es un perdedor —preguntó Justin, en serio.
 
Me eché a reír. 
 
—El hecho de que él consiga detención no lo hace un perdedor. Tú estás en detención todo el tiempo. ¿Qué te hace eso?
 
Pensé que era divertido, pero Justin no parpadeó. O sonrió. Él sólo me miró con esos ojos que me recordaban a los carámbanos. Sí, estaba enojado.
 
—Eres demasiado joven para salir, __(tn) —dijo, dándose la vuelta y dirigiéndose a las grandes puertas de granero.
 
—¿Quién eres tú, mi papá? —Grité, saltando desde mi posición en el heno. 
 
Mis piernas cortas se apresuraron a ponerse al día con él. Yo siempre estaba persiguiendo a Justin. Era irritante pero un día él me estaría persiguiendo a mí. 
Lo sabía. No podía esperar hasta que ese día llegara.

algunas reglas fueron hechas para romperse (justin bieber y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora