capitulo 8

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Una tarde me aleje. Necesitaba espacio. Estar lejos de los recuerdos. Lejos de todo el mundo preguntándome que si estaba bien o diciéndome que todo iba a estar bien. ¿Cómo pueden decirme eso? Justin se había ido. Las cosas no estaban bien. Estaban lejos de estar bien. Yo era un desastre.

 

En el exterior aparecía fuerte, capaz de manejar cualquier cosa. En mi interior me estaba muriendo. Una muerte lenta que temía que nunca terminaría.

 

¿Cuántas veces en las últimas semanas le había suplicado a Dios que me enviara a Justin de nuevo? Maldije al destino. Le grité a los cielos. Lloraba hasta quedarme dormida. ¿Volvería a ser lo misma otra vez?

 

El único que me mantenía cuerda y empujándome fuera de la cama todos los días era el bebé que llevaba. Yo soñaba con tener a una niña o a un niño en mis brazos y que mirándolo a él o ella y pudiera ver el reflejo de Justin otra vez. Tenía la esperanza de que el bebé tuviera los ojos y la sonrisa de Justin. Esperaba que si era un niño, él sería tan guapo como su padre, por lo que los corazones femeninos aletearían cuando caminaría por ahí. Pero más que nada, yo sólo deseaba que Justin estuviera aquí para compartiera todo esto conmigo.

 

Por primera vez en días, el sol brillaba. Los cielos sombríos de invierno se habían ido. Eva y Pattie estaban ocupadas. Los hombres estaban preocupados por el ganado y la comida. Era un día perfecto para estar a sola.

 

Mientras caminaba por el pasto que estaba cerca de la casa, la hierba alta rozó mis dedos. Mis piernas cubiertas por vaqueros, sentían cada movimiento, cada toque de la hierba, recordándome que estaba todavía con vida a pesar del firme dolor que tenía en el corazón.

 

El viento se movió a través de la tierra, doblando y curvando las hojas marrones del pasto. Me recordó cuando vi las olas del océano en el verano que visité el Golfo de México con mi padre. Tumbada en la playa, me sentía abrumada con la vista de toda esa agua. Me sentía como un pequeño grano de arena, un pedazo pequeño en el gran esquema de las cosas. Todos mis problemas, todas mis preocupaciones, parecía pequeñas mientras miraba hacia el océano.

 

Ahora, mientras estaba de pie entre ese mar de hierba, me sentía sola. Perdida. Yo quería ser más ligera y que pudiera flotar como las nubes en el cielo. Flotar lejos del dolor y de la pena de perder a Justin.

 

Pero yo no podía irme. Tenía un bebé en camino. Podría recordar y me podría doler, pero tenía que seguir adelante.

 

Gire mi cara hacia el sol, sintiendo el calor en mis mejillas. El calor me calentaba, quitándome el frío. Moviendo una mano sobre la parte superior de la hierba, cerré los ojos.

 

El rostro de Justin apareció detrás de mis párpados. Quería alargar mi mano y tocarlo, pero él sólo estaba en mi mente, un producto de mi imaginación. Un recuerdo que nunca desaparecería.

 

Antes de que abriera los ojos, el calor pasó a través de mi brazo y me hizo suspirar. Se sentía como si alguien me estuviera tocando.

 

Mis ojos se abrieron de golpe, mi cabeza azotándose alrededor. Yo esperaba ver Justin detrás de mí, de pie allí con su arrogante sonrisa en su rostro, pero sólo los campos vacíos me rodeaban.

algunas reglas fueron hechas para romperse (justin bieber y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora