capitulo 13

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Oré. Suplique. Jure nunca dudar de los milagros otra vez. Lloré tanto esos primeros días que me sentí vacía. Agotada. Lo habíamos encontrado, pero todavía estaba perdido para nosotros.

 

Lo observé mientras luchaba contra la infección. Me esforcé para mantenerlo con vida. Luche con la fiebre que hacía estragos en su cuerpo, amenazando con quitármelo. Pero tenía esperanza de que fuera a mejorar. Y esta vez, la esperanza gano.

 

En el octavo día la fiebre de Justin ceso por primera vez desde que había regresado a casa.

 

Estaba sentada junto a su cama, con los ojos cayendo del cansancio. Ya sin poder mantenerlos abiertos, me quede dormida, tan cansada que me sentí como si estuviera en un sueño. Mi barbilla apoyada en mi mano, mi codo en el brazo del sillón. Mientras estaba quedándome dormida, mi cabeza cayo hacia atrás, despertándome de un tirón. Tratando de encontrar una posición más cómoda, me hice un ovillo, jalando mis pies debajo de mí y acurrucándome en el calor de la silla. En segundos estaba dormida.

 

—__(tn).

 

Un sueño. Estaba soñando otra vez, pero esta vez parecía tan real. Casi podía extender la mano y tocarlo. La voz se envolvía a mí alrededor, calentándome. Sonreí en mi sueño, feliz de escuchar a Justin nuevamente.

 

—__(tn) —la rugosa voz sonaba como papel lija contra el grano de madera. Amaba la manera en que decía mi nombre.

 

Alguien cercano tosió. Mis ojos se abrieron lentamente, obligando al sueño a alejarse. Lo primero que vi fueron ojos mieles mirando fijamente hacia mí.

 

Me desperté de un golpe, con mis ojos nunca dejando los que me miraban. ¿De verdad está despierto? ¿Estoy soñando de nuevo?

 

Justin me observaba, con sus parpados pesados, cayendo un segundo antes de levantarse otra vez. Sin saber si lo que estaba viendo era real o no, poco a poco baje los pies al piso y me puse de pie.

 

—¿Justin? —pregunte, mi voz temblaba mientras daba un paso vacilante hacia adelante.

 

Sus ojos se encontraron con los míos, nunca dejando mi rostro. Se cerraron por medio segundo antes de obligarlos a abrirse otra vez, enfocándose en mí.

 

—Di algo más —dijo con voz ronca, sonando rasposa—. Quiero escuchar tu voz.

 
¡Oh dios mío! ¡Está despierto! Me tire a la cama, incapaz de contenerme. Mis brazos  fueron alrededor de su cuello, lagrimas rodando por mi rostro.

 

Dejo escapar un silbido de aire cuando caí contra él. Una de sus manos toco mi costado, tan ligeramente que casi no la sentí. Quería llorar. ¡Justin está tocándome! ¡Me está sosteniendo! Había tenido miedo de que nunca sintiera sus manos en mí nuevamente. Pensar que tal vez  nunca volviera a envolver sus brazos a mí alrededor era un miedo que me había perseguido día y noche.

 

Cuando gimió de dolor, lo solté, con miedo de que estuviera haciéndole daño. Las lágrimas inundaron mis ojos, haciendo difícil ver. Pero a través de la humedad, podía ver el vendaje alrededor de su abdomen. Todavía estaba blanco. Sin sangre empapándola.

algunas reglas fueron hechas para romperse (justin bieber y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora