Casi estaba en la puerta delantera cuando agarró mi brazo, girándome para enfrentarlo. Miré hacia arriba, hacia esos ojos mieles y mi corazón se partió en dos. Él podía negarlo todo si quería, pero yo era sólo otra marca en el pilar de su cama. Morí un poco ante el pensamiento.
—No me toques, Justin.
La sangre se drenó de su rostro.
—No te vayas —dijo, su garganta trabajando duramente para tragar.
Tiré mi brazo lejos de él, el dolor y la ira desplazándose en mi interior.
—¿Por qué no puedo irme? Tienes lo que querías, ¿cierto?
—__(tn)…
—¿No quieres una relación? ¡Bien! Lo haré fácil para ti. ¡No te acerques a mí de nuevo! —le dije por encima de mi hombro mientras volaba a través de la puerta y bajaba los escalones.
Justin me siguió, descalzo. Me alejé cuando su mano serpenteó para agarrar mi brazo de nuevo.
—¡No puedes sólo irte! ¡Maldición, nunca quise lastimarte!
—¡Demasiado tarde! —grité.
Saltamontes saltaron fuera de mi camino mientras corría por la sucia calle. El calor era opresivo, envolviéndome como una cobija y haciendo difícil el respirar. O tal vez sólo era el dolor destruyendo mi corazón en un millón de piezas lo que hacía difícil respirar.
—¡Detente! —gritó.
Me detuve, manteniendo mi espalda hacia él. Mi respiración era acelerada y mis manos estaban temblando. Una sensación de calor corrió por mi rostro, tal vez por el sol o por mi sangre hirviendo, no lo sabía.
Mantuve mis ojos centrados en su pecho cuando se movió para pararse frente a mí. No podía mirar su rostro y ver el arrepentimiento o la compasión. Esa sería la muerte para mí.
—Lo siento —dijo con voz áspera—. ¡Dios, lo siento, __(tn)! No me alejes.
Las lágrimas cayeron. Ahora mi corazón destrozándose.
—¡Debería haber sabido que sólo era un juguete para ti! ¡Algo para llenar tu tiempo! O tal vez era un simple reto. ¿Era eso, Justin? ¡Lo que sea que fuera, espero que hayas disfrutado porque no volverá a pasar de nuevo! —grazné, las lágrimas empañando mi visión y deslizándose por mis mejillas.
—Tú no eres… —Su voz se quebró pero no podía escucharlo, ya no.
—¡Ya no puedo hacer esto! Me voy a casa. A mí casa. —Lo rodeé y comencé a caminar por la calle de nuevo. Iba a empacar las cosas de mi padre y volveríamos a casa. Llegaríamos a entender cómo sobrevivir por nosotros mismos y estaríamos bien. Ya no podía estar cerca de Justin. Era imposible resistirse a él, así que me iría. Tal vez entonces mi corazón podría curarse.
ESTÁS LEYENDO
algunas reglas fueron hechas para romperse (justin bieber y tu)
Acción"Él era mi oscuridad y yo era su luz. No podíamos existir sin el otro". Para mí, la vida era simple. Iba a la escuela y estudiaba. Pasaba el tiempo con mis amigos y me alejaba de los problemas. No bebía, no maldecía, y sólo salía con caballeros. Era...