"El acto que consiste en inducir y persuadir a alguien con el fin de modificar su opinión o hacerle adoptar un determinado comportamiento o actitud"
El martes había llegado. Cerca de las dos de la tarde, Heshikiri Hasebe bajaba de su auto, el Jaguar negro que sólo sacaba en situaciones especiales como ésa, escoltando a Shokudaikiri, que venía vistiendo todas sus galas.
—Bien, el director artístico del grupo estará con ellos durante la entrevista. Umemiya-san llegará en unos instantes, parece que se demoró por un compromiso... Las mujeres de hoy en día llevan vidas difíciles.
Le acomodó la corbata al actor.
—¿Nervioso?
Shokudaikiri negó con la cabeza.
—Todo está bien.
Replicó con voz tranquila, sin mirar mucho a su mánager. El recuerdo de hacía un par de días seguía fresco; mas, por su propio bien y el de Hasebe, había decidido dejar de lado el asunto. Había sido un momento de debilidad que pagaría caro si no tenía cuidado y no trazaba los límites correctos.
Y no porque Hasebe no le pareciera atractivo, ni porque no lo quisiera. Shokudaikiri se daba cuenta de lo imperdonable que sería un error de ese tipo, cuando se esforzaba por ofrecerle a Ookurikara un lugar de confianza y protección. Shokudaikiri simplemente no quería dejar ir a Hasebe, pero no sabía cómo decírselo. No quería que las cosas cambiaran; pero, indefectiblemente, e incluso contra su voluntad, un nuevo camino del destino se había abierto cuando había conocido al joven moreno.
Y no había nada que él pudiera hacer para detener eso.
Heshikiri no pasó por alto aquello. Si bien no sentía culpa de lo que habían hecho (o bien, de lo que casi habían hecho), sabía que tenía que dejarlo de lado.
—¿Estás listo?
Preguntó, sonriéndole con gentileza. Nuevamente lo siguió y caminaron dentro de la agencia.
—Buen día.
Habló una voz detrás de ambos. Se giraron para encontrarse con una figura ligeramente más baja, que llevaba un un atuendo casual que lo hacia lucir incluso mayor que la edad que tenía. El largo mechón rojizo de su cabello se hallaba recogido y llevaba los lentes de descanso puestos.
Ookurikara miró por unos segundos a Hasebe, su efímera mueca de desagrado no paso inadvertida para el moreno.
—Buenos días, Kuri-chan.
Shokudaikiri saludó con su eterna sonrisa, aunque su semblante estaba algo caído.
Los tres se dirigieron a la sala de reuniones, donde el actor tomó asiento antes que nadie.
—Parece que no han llegado todavía.
—Supongo.
Comentó el moreno, sentándose al lado de Shokudaikiri. El mayor de los tres miraba su celular, fastidiado.
—El tránsito está horrible hoy llegando desde la ciudad, me demoré un poco por eso.
Explicó Ookurikara, mirando el suelo momentáneamente. Hasebe se había colocado al otro lado de Mitsutada, quien se sentía acorralado entre aquellas bestias que se echaban miradas de odio la una a la otra.
—No conduzco porque soy un mimado, así que nunca me entero...
Bromeó, encogiéndose de hombros.
—¡Ah! ¿Habrá café por algún lado?
—Te lo traigo.
Dijieron al unísono Hasebe y Ookurikara, que habían visto la máquina expendedora en la entrada. Los dos se echaron una mirada de reojo que no hizo más que aumentar la tensión.
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El Sexshop
RomanceTouken Ranbu, universo anternativo en la actualidad. ¿Qué sucede cuando un hombre aislado y afligido se encuentra con un joven huidizo y esquivo? El tierno y paciente Shokudaikiri y el estoico y leal Ookurikara cruzarán miradas y no podrán controlar...