Capítulo 2: "Fotógrafo"

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Del griego φωτός, 'luz'; γράφος, 'escritor' es aquella persona cuya actividad artística u ocupación consiste en tomar fotografías mediante el uso de una cámara u otro dispositivo capaz de almacenar una réplica bidimensional de la realidad."

El miércoles pasó, gris y nublado, lo cual ponía a Mitsutada más melancólico y taciturno que de costumbre. Empleó casi todo el día en quedarse en la cama, bebiendo té caliente y mirando videos de competencias de esgrima con su tablet. Si alguien lo llamó o tocó la puerta, jamás se enteró; y tras darse un baño tibio, se acostó a dormir alrededor de las diez de la noche.

Para la mañana del jueves, cuando esperaba a que su mánager se apersonara en su casa, Mitsutada lucía espléndido y vivaz, como si ninguna de sus preocupaciones existiera.

Se hallaba de pie junto al mostrador de la recepción.

—Buenos días, Mitsutada-san.

Hasebe hizo una reverencia.

—¿Tienes todo preparado?

Preguntó, tomando el bolso de Mitsutada con algunas de sus pertenencias.

—Me dijeron que llegaron algunos regalos para ti de tus admiradores, incluso hay cartas.

Lo miraba fijamente. Qué curiosas eran aquellas personas, podían pasar de un estado anímico a otro en cuestión de horas. Shokudaikiri lucía radiante, perfecto e impecable esa oscura mañana de Invierno. Le entrego el café suave que el de cabello azul solía tomar y caminó a su lado hasta llegar a la calle.

El actor agitaba la mano afectadamente frente a su rostro.

—Los veré cuando esté de vacaciones, o no podré concentrarme en Mikazuki-senpai.

Replicó, jocoso. Bebió otro sorbo de café mientras subía al coche.

—Estás muy concentrado en eso, ¿no? Qué hombre más atento.

Sonrió Hasebe, subiéndose al auto.

Luego de unos minutos, llegaron al estudio donde se llevaría a cabo la sesión de fotos. La misma era de una temática elegante, era para una revista femenina donde hacían entrevistas a los hombres más deseados. Shokudaikiri ostentaba el récord de veinte portadas en su haber; simplemente era venerado como el ídolo que era.

—Habrá dos cambios de ropa y una sesión de torso desnudo. Michiko-san te está esperando para maquillarte por hoy, yo iré a ver que todo esté en orden en el set.

Hasebe le dio una palmada en el hombro, tomando su celular para salir de allí.

Cuando una de las asistentes saludó a Shokudaikiri y lo guió hasta la salita de maquillaje, se encontró en el mismo lugar con una figura que tal vez no recordara, de no ser por sus pesados y oscuros colores.

El tatuaje en el brazo apretaba con fuerza, o esa impresión daba. El muchacho se hallaba sentado, observando el vestuario que se había seleccionado para los cambios.

—Ah.

Exhaló Mitsutada, con un aire que mezclaba tragedia y comedia.

—Algo Así, qué alegría volver a verte.

Saludó, acercándose al muchacho moreno. Ahora que lo veía con mejores luces, podía apreciar más en detalle su espectacular fisonomía.

No era mucho más alto que él mismo, pero sus extremidades delgadas lucían como látigos de acero, listas para el ataque a pesar de su escualidez. Su cabello, oscuro y sedoso, tenía las puntas teñidas de rojo; y su rostro, de rasgos firmes pero atractivos, no delataba su temprana edad.

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