Esa misma noche, mientras Ookurikara terminaba de hacer unas fotografías cerca del centro del barrio de Kabuki-chou con un casual grupo de músicos que parecía haberle tomado un tibio aprecio y al inverso, el moreno se había sentado en la larga mesa a compartir la comida con ellos.
Revisaba su celular, como era rutina, mientras de fondo se oía la música del restaurante. Parecía el histérico rocanrol de alguna banda china que no conocía, pero que iba bien con el ambiente.
—¿Mh?
Ookurikara chequeó la red social a la que solía subir fotos. La idea había sido de Tsurumaru, una forma de darse nombre era la autopromoción gratuita en línea según él. Cuando la foto de ese día en cuestión terminó de subirse (un grupo de chicas con el cuerpo lleno de tatuajes en dulces kimonos infantiles, con guitarras y cabello de cortesanas), vio algo que le llamó la atención. El video era de un usuario desconocido para él; sin embargo, el título por sí lo decía todo: "Práctica del día xx con Date M y Shokudaikiri M". Ookurikara se levantó, excusándose para ir al baño, corriendo prácticamente a encerrarse y ver el video donde la musica no lo alcanzara. En ese clip de no mas de cuatro minutos, pudo ver a Shokudaikiri y a un hombre que era como una versión mas adulta del actor.
—Un dragón...
Susurró para sí. Pero ese hombre pasó a segundo plato cuando Shokudaikiri atacó. Sabía que practicaba kendou pero jamás lo había visto en acción: era simplemente demoledor, contundente y sólo carecía de brillo porque el otro era como algún héroe samurái de los que su abuela parecía ser fanática.
El video duraba el tiempo suficiente como para mostrar la derrota de Shokudaikiri; no obstante, cuando el altísimo hombre caía al suelo, un nuevo mensaje interrumpió el video.
Sigo con hambre de chocolate... Es una pena que hoy me hayan puesto a dieta. ¿Cómo está todo allí?
Ookurikara parpadeó, deslizándose de espaldas hasta quedar sentado en el suelo del cubículo. Sus piernas flexionadas y las manos que sostenían el celular permanecían inmóviles.
No se te ocurra comer un postre, voy para allá.
Respondió, suspirando. Salió del baño y se despidió del grupo, alegando que tenía una emergencia.
Ookurikara había tomado la buena costumbre de no llegar nunca como invitado con las manos vacías. Pasó por la última pastelería abierta a esa hora y salió de ella con un sobrevalorado pastel de chocolate, que descansaba en una cajita cursi y rosada, abordando luego su moto y conduciendo al departamento de su amante. Necesitaba verlo.
Shokudaikiri no había estado ocioso. En cuanto recibiera el mensaje de Ookurikara, se había puesto a limpiar y a ordenar toda la casa frenéticamente. Se dio un tercer baño y se perfumó todo, vistiéndose muy elegante y encendiendo un incienso fuerte en el living.
Quedaba poco tiempo, así que se puso a cocinar algo sencillo que había aprendido a hacer hacía poco: salmón grillado con salsa teriyaki, arroz blanco y encurtidos.
Cuando el muchacho llegó al edificio, se anunció en la entrada. Se arregló el cabello con cuidado; en esa época del año hacía mas calor de lo usual y le era difícil mantenerse fresco a pesar de no transpirar demasiado. Según Fudou, era debido a su color de piel, más resistente al calor que la piel blanca japonesa.
—Shokudaikiri-san, el joven Ookurikara está aquí.
—Que suba, por favor.
Shokudaikiri volvió a la cocina, poniendo la mesa primorosamente.
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El Sexshop
RomanceTouken Ranbu, universo anternativo en la actualidad. ¿Qué sucede cuando un hombre aislado y afligido se encuentra con un joven huidizo y esquivo? El tierno y paciente Shokudaikiri y el estoico y leal Ookurikara cruzarán miradas y no podrán controlar...