"Decisión sobre algo tomada en común por varias personas.Conformidad o armonía entre personas o aceptación de una situación, una opinión"
Algunas semanas transcurrieron desde esa noche, semanas ocupadas tanto para Shokudaikiri como para Ookurikara. El primero había dado algunas entrevistas y disfrutado de su tan querido kendou, donde había brillado en las competencias de primavera. Empero, no había dicho nada de eso a Ookurikara; no quería que lo viera, no todavía, en algo que era muy caro para él. Hasebe lo había acompañado, como siempre, y parecía no haber disminuido su actitud sobreprotectora, sino todo lo contrario.
El muchacho, por su parte, casi había alcanzado "la perfección técnica", como decía Tsurumaru, y pronto el albino le comunicó que estaba listo para atreverse a hacer sesiones sin supervisión.
Un viernes en la noche, luego de una abundante cena en casa, Shokudaikiri había dejado la mesa y se había puesto a rumiar en su vestidor, sacando perchas y perchas con diferentes prendas. La cama era una montaña de ropa que no hacía más que crecer, mientras el adulto se debatía en sus elecciones.
Ookurikara había ido a la que sería su última sesión de fotos supervisado. La misma había sido con una mujer, bastante guapa; trabajar con mujeres era algo fuera de su elemento y Tsurumaru lo sabía.
Todo había salido bien y finalmente, después de una comida con todos los que habían trabajado en la sesión de fotos, Ookurikara no sentía ganas de volver a su departamento, por lo que creyó prudente ir con Shokudaikiri. No lo vería hasta el lunes siguiente, con suerte.
Ookurikara caminaba por la calle; era extraño no llevar su equipo de fotografía encima, lo hacía sentir más ligero que nunca. Miró su celular en el semáforo; tenía llamadas perdidas de su padre.
—Qué fastidio.
Susurró, borrándolas. Escribió un breve mensaje:
Ya sé que tengo que estar allá a las siete para vestirme, no me molestes.
En efecto, debía madrugar para atender un evento social de la esposa de Hikoshiro, una mujer distante que, sin embargo, era víctima también de la tiranía de su padre.
Cuando el semáforo le dio paso, Ookurikara entró al vestíbulo del edificio, anunciándose con el recepcionista. Éste llamó a Shokudaikiri para avisarle que el moreno estaba allí
—Que suba.
Replicó Shokudaikiri, distraído, mientras regresaba a su dormitorio para volver a devanarse los sesos con la ropa. La comida que había sobrado estaba olvidada en la mesa.
Ookurikara subió las escaleras. Sentía su cuerpo entumecido y aquella era la mejor forma de parecer vivaz antes de ver a su hombre. Cuando llegó al quinto piso, abrió la puerta y se metió al departamento.
—¿Mitsutada?
Llamó, con una mirada escéptica. Caminó hacia la cocina y lo buscó, pero lo único que encontro fue algo casi tan delicioso como el mismo Shokudaikiri: un plato a medio terminar de espagueti.
Ookurikara lo tomó como si fuese un recién nacido desesperado por aire, comiéndose lo que había quedado; su apetito se había abierto de nuevo. Con el plato en su mano, se dirigió hacia el lugar obvio en donde encontraría al actor.
—¿Qué estás haciendo? ¿Piensas donar toda esa ropa a la caridad y mudarte a un centro comercial?
Preguntó, haciendo una pausa para devorarse una albóndiga.
—Oh, buenas tardes, Kuri-chan.
Shokudaikiri le sonrió, acercándose hacia la entrada de la habitación. Con una mano separó el plato del cuerpo de Ookurikara, con la otra lo tomó de la cintura para acercarlo y unir sus labios en un beso profundo. Al terminar, se separó brevemente y se relamió, tenía el gusto de la salsa en los labios.
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El Sexshop
RomansTouken Ranbu, universo anternativo en la actualidad. ¿Qué sucede cuando un hombre aislado y afligido se encuentra con un joven huidizo y esquivo? El tierno y paciente Shokudaikiri y el estoico y leal Ookurikara cruzarán miradas y no podrán controlar...