Capitulo 29: Evasión

93 7 0
                                    


"Eludir una dificultad, evitar un peligro.Huída,escapada"

Desde aquella tarde, en que Ookurikara diera una muestra desconocida de dominancia, la relación entre éste y Shokudaikiri se corrió apenas de eje. Ya no era simplemente Shokudaikiri acercándose y proponiendo, adivinando los deseos del joven para hacerlos realidad, en apariencia, con un pase de magia; ahora Ookurikara pisaba fuerte y reclamaba sus tiempos y sus espacios. Y podría decirse que había sido beneficioso para Shokudaikiri, quien ahora se sentía más deseado y necesitado, querido y requerido, ampliando aún más el amor y el interés en su pecho, como si su corazón fuese elástico y no pudiese hacer sino guardar más y más de aquello en su interior.

A lo largo del mes subsiguiente a la sesión de fotos con Mutsunokami Yoshiyuki, tres cortos de temáticas variadas habían tenido ocupado a Shokudaikiri. Las grabaciones eran de pocos días, incluso las escenas no eran demasiado complejas o largas; pero el "deseo reconcentrado", como lo había llamado el director de las tres unidades fílmicas, era justamente la clave. Shokudaikiri y su coestrella, el ahora muy solicitado Izuminokami Kanesada, protagonizaban tres historias con diferentes personajes y situaciones, pero en las tres se repetían las intensas pasiones que ambos despertaban en el otro.

Como ya hubiese aclarado el actor, el sexo con sus compañeros de rubro realmente no significaba nada para él. Era simple rutina, trabajo para el que había entrenado a su prodigioso cuerpo. Y cada vez que abandonaba los estudios y se dirigía a casa, un fuerte impulso lo dominaba.

El teléfono de Ookurikara ya era casi un marcado rápido en su celular. Se colaba en su edificio o llamaba al moreno para que fuese a su casa, en inexplicables raptos de lujuria donde, poco a poco, se dejaba invadir por la voluntad del muchacho. Le daba espacio para marcar su territorio, como si ya no fuese el único dueño.

No obstante, como nunca la vida era completa felicidad, un desdichado tercer actor veía su propio ánimo quebrarse cada vez que, involuntariamente, interrumpía a los dos amantes.

Aquella tarde, donde el clima se ponía cada vez más cálido, Ookurikara se había levantado casi al mediodía después de que Shokudaikiri se marchara a trabajar. Sabía qué estaba haciendo y con quién, al margen de que no le gustara demasiado la idea y de que prefería no saber mucho al respecto, aquellas inseguridades menguaban con los abruptos raptos de deseo que el hombre expresaba hacia él.

Esas tardes o noches, donde se hacían el amor mutuamente en su casa o en la de él, pasaban lentas como la primavera que poco a poco alejaba el frío. Ookurikara era optimista; sabía que Shokudaikiri podía calmar su cuerpo sólo con pensarlo. Sin embargo, lo buscaba a él, lo quería a él cerca de su cuerpo.

El moreno se sentía deseado, codiciado como un trago de agua en el desierto.

Esa tarde pensó en agasajarlo con algo especial, para que Shokudaikiri pudiese sentirse bienvenido en su propio hogar y, tal vez, quizás, olvidar las interrupciones casi programadas del mánager en casa del actor, cuando estaban en plena intimidad. Sí, Ookurikara podía saber que estaba ahí incluso cuando no lo veía. Podía saber que Hasebe estaba en el departamento incluso cuando Shokudaikiri lo tomaba por las caderas, levantándoselas para agrandar más y más su interior mientras se encerraban en el cuarto. Por eso no contenía sus gemidos, no contenía su respiración caliente empañando la ventana contra la que lo penetraban como si hubiese nacido sabiendo cómo complacer sexualmente a alguien más.

Sí, ésa era la realidad. Si Hasebe seguía empeñándose en entrar, que supiese qué pasaba.

Que esos gemidos, esas palabras y sus nombres susurrados con perfume a sexo le dijeran al "cazador de estrellas" que ese lugar era, por momento,s el sitio de un ritual al que no tenía acceso.

El SexshopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora