Capítulo 34 : Consentimiento

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"Enunciado, expresión o actitud con que una persona consiente, permite o acepta algo"

Date Masamune vivía en una casa que parecía salida de otro tiempo. Enormes jardines rodeaban la propiedad casi horizontal, que sólo contaba con un primer piso donde se alojaban las habitaciones de la familia. Bellísimas flores y árboles reventaban en los paseos, que Shokudaikiri caminó acompañado por un sirviente.

Cuando se hallaba en el vestíbulo de la amplia casona, la encargada de la casa subió a buscar a "Masamune-sama".

Welcome, Shokudaikiri.

Saludó el hombre que llegaba a la entrada. Llevaba un sobrio kimono oscuro, los pies descalzos y un haori liviano encima de los poderosos hombros rectos, que habían sido capaces de levantar a su discípulo una y otra vez a lo largo de los años.

Shokudaikiri ya se había quitado los zapatos y ahora se arrodillaba en el suelo de lustrosa madera.

—Gracias por recibirme, senpai. Es un honor para mí.

Dijo aquello con voz clara, inmóvil y solemne.

Get up, no eres una especie de sirviente para hacer esas reverencias, anda.

Masamune lo miró con su único ojo, con aquella enorme gentileza suya. Date había sido siempre un hombre rodeado de misterio, con fama de ser excéntrico e intratable, pero todo eso había sido una forma de mantener su personalidad en el resguardo más enigmático, donde sólo unos pocos podían acceder.

—Hoy es un día importante, después de todo.

Shokudaikiri se puso de pie y se restregó levemente el ojo, disimulando su emoción.

—Espero que haya descansado bien, tengo muchas preguntas con las que atormentarlo.

Ha!

Masamune comenzó a caminar por la casa, directo al salón de té.

—Creo que yo estoy muchísimo mas interesado en escucharte de lo que tú en hablarme.

Quien los recibió en la sala fue un muchacho delgado, de un aspecto increíblemente hermoso, que a simple vista podia confundir acerca de su género. Tenía el cabello largo hasta los hombros, de un intenso color negro, ojos pardos y la piel pálida.

—Esta todo listo, Date-kou.

—Tch! Te dije que no me llamaras así. Los presentaré... Él es mi protegido, Shokudaikiri Mitsutada. This boy es Shibata Katsuie, su familia lo envió conmigo por una temporada para aprender un par de cosas.

Date se sentó en el suelo y Katsuie hizo una profunda reverencia frente a Shokudaikiri. El joven podía jurar que lo conocía de algún lugar. ¿Tal vez alguna revista o marquesina de la ciudad?

Sit down.

El de cabello azul sólo inclinó su cabeza ante el muchacho a modo de saludo, y luego se sentó con expresión inocente.

—Es un placer, Shibata-san.

Dijo a media voz, algo nervioso.

El salón estaba decorado con austera pero elegante belleza. Sobre las repisas a los lados se apoyaban exactamente seis espadas de diferentes largos, tres de cada lado, cada una con una pequeña identificación tallada en una lámina de oro. Más cerca del fondo de la habitación se hallaba un pequeño altar, en el que descansaban varios marcos de fotos cruzados por lazos negros. Algunos floreros contenían flores de apacible aroma, que se mezclaba de una forma sutil y casi devastadora con el suave incienso encendido junto a ellas.

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