Capítulo 35: "Enredo"

68 8 0
                                    

"Nudo o maraña en un conjunto de cosas.Situación o asunto que crean confusión."

La mañana siguiente había comenzado llena de besos y caricias; y cerca del mediodía habían partido los dos rumbo a la agencia.

Shokudaikiri no tenía ningún compromiso importante ese día, pero había quedado con Jiroutachi para revisar unas solicitudes de prensa que se habían disparado luego de su última entrevista.

Así, los dos se habían separado en la entrada, mientras el hombre de parche caminaba hacia la oficina donde lo esperaba el jefe de prensa.

—¡Oye, oye!

Saludó una voz detrás de él.

—No viste el teléfono en todo el día, ¿no? Y yo que había preparado una sorpresa para ti.

Tsurumaru le dio un afectuoso abrazo a Shokudaikiri.

—¿En dónde diablos te habías metido? Te busqué en tu piso ayer y no apareciste. ¡Feliz cumpleaños!

El de cabello platino extendió una cajita hacia él. En ella reposaba una elegante corbata.

—Tsuru-san...

Shokudaikiri recibió el regalo con sorpresa en su rostro, que luego se transformó en una afectuosa sonrisa.

—Gracias... No debiste...

Apretó los labios, tratando de escoger bien sus palabras.

—Ayer... quería estar solo, lo siento. Debí avisar...

—Sabes cuánto me preocupo por mi bebé.

Replicó Kuninaga, burlón, acariciándole el rostro.

—No importa, vas a compensarlo este fin de semana, ¡hay que celebrar por lo alto!

Afirmó, caminando a su lado por los pasillos.

—¿Celebrar?

Shokudaikiri lo miró con cierto escepticismo.

—No tienes que hacer nada, no es necesario.

—Claro que sí... ¿o qué, la vida de casado te anuló el sentido de la diversión?

Preguntó Tsurumaru, codeando su costado de manera cómplice.

—Ya sabes que más sabe el Diablo por viejo que por Diablo...

Shokudaikiri se detuvo junto a una puerta, la oficina de Jiroutachi estaba a su lado. Hasebe venía caminando por el otro lado del corredor y no quería enfrentarlo en ese momento.

—No apostaría ni un yen a mi escasa sabiduría... Con permiso.

Dijo suavemente, golpeando la puerta de la salita.

—Si buscas a Jiroutachi, no está. Salió hace un rato por un inconveniente.

La voz de Hasebe sonaba como frío acero, gélido como el hielo.

—Oh, buenos días, Hasebe. Gracias por la información.

Shokudaikiri hizo una breve reverencia, buscando disimuladamente un escape con su único ojo.

—Buenos días, Mitsutada.

Respondió el mánager, revisando su agenda.

—¿Tu teléfono funciona correctamente?

Preguntó, con ese tono de voz que sonaba más a un llamado de atención.

—Ya sabes cómo es Mitsubou, la gente lo vive acosando. Tal vez quería pasar su cumpleaños en tranquilidad...

El SexshopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora