Capitulo 5 : "Hiroshima"

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Capitulo 5 : "Hiroshima"

"Es la capital de la prefectura de Hiroshima, en la región de Chugoku, al oeste de Japón. Los inviernos en Hiroshima son fríos, con temperaturas de 2-14 °C y nevadas que acumulan 2-4 cm en diciembre y marzo y de 8 cm en enero y febrero"

El tiempo restante, hasta abordar el vuelo, los dos lo pasaron en silencio; los altavoces anunciaron entonces el horario de partida del avión.

El viaje fue corto, casi una hora; y cuando desembarcaron en Hiroshima, Mitsutada pareció revivir, feliz de poder bajarse de la aeronave.

—Qué hermoso es este lugar.

Suspiró, mirando la ciudad por los grandes ventanales del aeropuerto. Ookurikara lo imitaba. Sin esperar demasiado, sacó su cámara de su bolso, fotografiando algunas panorámicas. En una de las tomas vio a Mitsutada, enmarcado por la luz natural.

—Párate al lado de esa ventana.

Dijo, guiándolo con una mano. La otra sostenía la cámara.

—Mira hacia arriba.

Pidió, tomando un par de fotos. El contraste de la luz con los colores de Mitsutada eran irresistibles para él.

Había dormido en el avión y su aparente malhumor había cedido con aquella siesta. El adulto observó con gran interés el cambio de humor del muchacho. Decidió fingir que todo estaba bien; debía darle al menos un poco de control, aunque más no fuera una sensación.

Mitsutada obedeció al pedido, colocándose donde se le indicaba y posando con una naturalidad sorprendente.

Ookurikara le tomó varias fotos, acercándose a él. Le parecía inmoral todo lo que hacía, pero no podía negar su increíble atractivo. Era casi irreal para él el ver a esa criatura luciendo como una sucesión de fotografías en movimiento.

Sí, Mitsutada era una fotografía viviente

—Ponte de espaldas, frente a esa puerta y mírame de costado.

Pidió, ajustando la lente. En ese momento, un par de personas se acercaron a mirar cómo Shokudaikiri posaba.

—¿Lo conoces? Vaya, es muy atractivo.

Murmuró la chica a su compañera.

—Creo que lo vi en una revista, ¿será algún modelo? Qué atractivo...

Los elogios se multiplicaron. Aquello era nuevo, esas personas no debían ni saber quién era Mitsutada realmente. Sólo se acercaban, atraídas por su increíble aspecto.

Ookurikara se sintió más cómodo con eso. Shokudaikiri parecía divertido, sacando diferentes personalidades para cada toma. Miraba al moreno con brillo en su único ojo.

—¿No crees que deberíamos irnos ya? Vamos a estorbar el paso.

Dijo, con una sonrisa fresca.

—Vamos.

Concedió el muchacho.

Cargaron las maletas en un taxi del aeropuerto y luego subieron al coche; Ookurikara miraba las fotos con especial atención, distraído y metido en su propio mundo.

No tardaron demasiado en llegar al hotel. Un lugar reservado y discreto que no carecía de lujos, Hasebe sabía que Mitsutada estaba acostumbrado a la buena vida desde la cuna.

—Aquí tiene, señor. Habitación 25.

—¿Habitación?

Preguntó Ookurikara, frunciendo el ceño.

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