Capítulo 33: "Confesión"

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"Declaración que realiza una persona, ya sea de manera espontánea o al ser preguntado por otro sujeto. La confesión suele incluir datos hasta entonces desconocidos por el oyente."

Un par de días después de aquel encuentro era miércoles en la mañana, día en que se había pactado una sesión de fotos formal para una revista muy querida por Shokudaikiri: la que le había dado sus primeras portadas como modelo, el lugar que lo había visto creer. Ese día se harían las fotos en un café antiguo, que en otras épocas había sido la casa de una aristocrática familia caída en desgracia.

Ookurikara recordaba esos momentos como si se tratase de capítulos de un libro que le gustaba, los que remarcaba con un lápiz que siempre llevaba a la mano para leer una y otra vez cuando sintiera que los olvidaba. Mirar a Shokudaikiri lo hacía sentir como en medio de una fantasía ácida que no quería perder. Ni a él ni a su toque tan dulce, tan sumamente natural, como si esas manos vestidas con guantes oscuros se acomodaran perfectas en cada milímetro de su piel bronceada, como azúcar oscuro.

Esa jornada tendría que hacerle las fotos a Shokudaikiri y se haría una pequeña entrevista, a la que debía asistir.

—Ni siquiera sé qué decir.

Murmuró, a nadie en particular, mientras se sentaba ocioso en la puerta de la agencia. Tenía todo su equipo guardado allí. Esperaba que el auto que traía a Shokudaikiri pasara a recogerlos, para ir juntos.

Hacía casi medio año que no se subía al coche de Heshikiri Hasebe, y tampoco tenía ganas de hacerlo.

Pronto arribaron el actor y su mánager. Shokudaikiri estaba de un humor excepcionalmente caído, sólo visible para aquellos que sabían lo que escondía. No obstante, al llegar mostró la sonrisa más hermosa de la que fue capaz y saludó a todos los que se le cruzaron con una increíble elegancia.

—Ah, Kuri-chan, buenos días.

Se dirigió al moreno con una dulcísima pero triste sonrisa. Hasebe aguardaba dentro del coche, no pensaba subir el equipo de Ookurikara.

—¿Necesitas ayuda, Kuri-chan?

Preguntó con dulzura. Llevaba puesta una chomba negra, pantalones grises y zapatos oscuros.

—Buenos días.

Respondió el muchacho, mirando ese ojo decaído. Últimamente, Shokudaikiri parecía perder brillo cuando estaban alejados, sólo recobrándolo cuando podían estar juntos. Ookurikara pestañeó despacio, dejando caer la mochila que traía en su mano como si fuera nada, olvidando su equipo.

Sin importarle nada, quién los viera, quién estuviese allí o que Heshikiri los mirara con desgano desde el espejo retrovisor, el moreno se acercó al hombre, dándole un tierno abrazo. Cerró los ojos cuando acomodó su cabeza en el hombro poderoso y amplio de Shokudaikiri.

En puntas de pie, sosteniéndose como un fruto a punto de caer de una rama, Ookurikara lo soltó después de unos segundos que le dieron más vida que todos sus años pasados.

—Estoy bien, puedo cargarlo.

Aquel abrazo fue como una cálida cascada que cayó sobre Shokudaikiri, bañándolo con una envolvente sensación de afecto y cariño.

—E-Está bien.

Murmuró cuando se alejaron. Sus mejillas habían enrojecido levemente, algo que no pasó desapercibido para Heshikiri.

Cuando todo estuvo en su sitio, los tres partieron hacia el estudio de destino. Parecía que un gran cambio había operado en Shokudaikiri, que había comenzado a sonreír y parlotear durante el trayecto.

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