CAPÍTULO 9

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Acababa de dejar a los niños en casa con Nick. Este me suplicó como un perrito abandonado. No quería quedarse porque sabía que iba acabar con el pelo pintado de rosa o verde.

Le respondí que le quedaría bien cualquier color y salí por la puerta.

Llegué al colegio de mi hija y entré en el salón donde se hacían las reuniones. Estaba entrando por la puerta cuando la profesora subió a un mini escenario que había al fondo del salón. Me senté en un asiento libre.

Miré a mi alrededor. Enseguida vi al grupo de marujas que nos ponían verdes a Emma y a mi. Oh, ¡que casualidad! Miraban en mi dirección. Después vi a demás padres y madres. Algunos los reconocí, a otros no.

La profesora de mi hija tenía el pelo castaño y corto con flequillo. Llevaba un vestido de flores que la hacía más ancha de lo que era... Diría que es joven pero sus enormes gafas no dejaban ver bien su cara.

Aunque no la conocía de nada me daba la sensación de haberla visto antes.

– Buenas tardes – comenzó diciendo – Me presento. Me llamo Anne. Soy de Alemania pero me pueden llamar Ana – hizo una pausa mientras sonreía de una manera casi forzosa y exagerada. Tenía una voz no muy agradable. Era demasiado aguda para mi gusto – Mañana sus hijos se adentrarán en una increíble y emocionante aventura – dijo muy entusiasmada.

¿Enserio esta mujer es la tutora de mi hija?

Estoy segura de que vive en su mundo de luz y color. Demasiado dentro de él... diría yo.

Estoy por cambiar a mi hija de clase.

Nos habló un poco de lo que iban a hacer en la excursión y después de que la reunión acabara me acerqué a ella.

– Perdona, Anne – dije.

– Oh, querida. Llámame Ana, me gusta más – contestó con una sonrisa de oreja.

– Está bien – hablé lentamente – Solo quería preguntarte, ¿alguna vez nos habremos encontrado o algo por el estilo? – le pregunté y ella soltó una carcajada aguda.

Ese sonido me atravesó el oído y en vez de salir por el otro se quedó ahí, en mi tímpano, intentando reventarlo.

– No creo, monada – Dios mío, vaya mujer – Llegué de Alemania hace unos días.

Fruncí el ceño.

– Hablas demasiado bien español... – arqueé una ceja. Ella volvió a reír.

– Tengo familia Española y llevo hablando toda la vida esta preciosa lengua – asentí lentamente.

– ¿Bilingüe?

– Exacto – entrecerró los ojos y me miró más detenidamente – Eres la mamá de Valeria... ¿verdad?

– Sí... – contesté extrañada.

– Se parece mucho a ti – elevé las cejas – Bueno, Lena. Un gusto haberte conocido – sonrió y se fue.

Iba a irme cuando de pronto la bombilla en mi cabeza se encendió.

– ¿Cómo sabes mi nombre? – pregunté elevando la voz para que me oyera ya que se había alejado ya unos metros de mi.

– Leí unos informes antes de venir – dijo ella muy sonriente.

Después desapareció por la puerta del salón.

Cogí el coche y me dirigí a casa.

Mi Mejor Error #MME2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora