CAPÍTULO 20

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Cenamos unas pizzas.

– Me gusta la pizza – habló de repente mi hija – Sabe a pizza.

Todos dejamos de comer para mirarla. Dani, soltó su porción en el cartón y comenzó a aplaudir.

– ¡Grande, Valeria! ¡Grande! – fingió llorar de la emoción.

Alba soltó una gran carcajada.

– No hagas eso, Daniel – el chico la asesinó con la mirada ya que no le gustan que le llamen así – Val acaba de hacer un razonamiento perfecto, ¿o no Thommy?

Thomas asintió repetidas veces.

– Enhorabuena, Valeria – le dijo dándole leves toquecitos en la espalda.

La niña sonrió alegre.

– Podría haber dicho que sabe a tomate, queso o a champiñones – razonó la rubia – Pero no, va a lo sencillo pero cierto. Es una gran hipótesis que, como si fuera poco, es verdadera – vi como Lucas parpadeo unas cuantas veces intentando seguir sus argumentos – No lo ha hecho como lo hubiéramos hecho los demás. Consejo del día: se brillante, se original, se como Valeria Jones.

Un silencio sepulcral se extendió por todo el salón. Duró unos segundos largos.

– ¿Alguien desayunó con ella esta mañana? – pregunté señalándola con la mano.

– Yo – respondió Dani.

Le miré.

– ¿Y qué le metiste en el café? – Alba me miró ofendida.

– Hago un razonamiento de premio Nobel y tu me vienes con esas – hizo una pausa mientras se acomodaba en el suelo – Está bien. ¿Y café? ¿Cómo que café? Yo tomo colacao.

Puse los ojos en blanco divertida.

– Yo también, tía Alba – respondió mi hija.

– Yo Nesquik – habló Thomas.

– Yo Nesspreso – habló Lucas.

What else? – respondió Emma orgullosa de su pronunciación.

– Centrémonos – intervino Nick. Todos los de la sala callaron y le miraron – Hay algo importante que debo decirtos... – calló y se hizo esperar mientras posaba la mirada en cada uno de nosotros – Yo desayuno galletas oreo con leche.

Me di una palmada en la frente.

– Sois peores que los niños – dije.

– Pues fuiste tu la que empezaste el tema – habló Emma, levantando los brazos.

Abrí la boca ofendida.

– !Soy la única adulta aquí! – me defendí.

Hice un recuento en mi cabeza y me di cuenta de que muy pocas veces teníamos conversaciones serias, a pesar de lo mal que podamos estar.

Es un defecto que por lo menos, a mi, me encanta.

Val insistió en que se quedara en casa de Emma y tras mucho debatir la dejé. Lo único que necesitaba era su peluche.

***

Un ruido de algo cayéndose me hizo despertar. Al principio, creí que había sido parte del sueño pero esa teoría desapareció cuando oí pasos sobre el parqué.

Dios mío, otra vez, pensé.

Le pegué a Nick en el hombro para que despertara y por un momento temí a que no estuviera, pero el bulto que había a mi lado lo delataba.

No esperé a que respondiese. Salí casi corriendo de la habitación y recorrí el pasillo hasta el salón. Quien fuera que estuviera en nuestro apartamento me había oído y había salido de donde estaba para escapar.

No sentía ningún miedo en aquel momento. Incluso llegué a tener ansias por saber quien estaba debajo de aquel pasamontañas negro.

Era un hombre, alto pero delgado, sin mucho músculo.

Corrí hacia él en un intento de retenerle y poder verle la cara.

Iba a coger la manilla de la puerta de entrada para escapar cuando se lo impedí saltando encima de él y tirándolo hacia atrás.

Como consecuencia, ambos caímos de espaldas al suelo.

Salí de debajo de él igual que una serpiente y pronto me volví a poner de pie. El hombre hizo lo mismo.

Caminé un paso hacia atrás para coger carrerilla y volver a saltar encima de él cuando empezara a andar para volver a salir. Pero no fue lo que hizo.

En vez de ir hacia la puerta vino hacia a mi y quiso echarme las manos al cuello, literalmente.

Pude escapar la primera vez pero la segunda no fue tan bien.

Me agarró con una mano el cuello y me empujó hasta que mi espalda tocó una pared.

En la otra mano llevaba una caja alargada y estrecha la cual había cogido del suelo cuando caimos.

– Nick – intenté gritar pero la fuerza que ejercía sobre mi garganta era tan fuerte que notaba como mis cuerdas vocales se iban marchitando y mi respiración cada vez era más nula.

Di un para de puñetazos en su brazo en un intento de que me soltara, pero no tenía suficiente fuerza.

Elevé la vista con los ojos cristalizados y me fijé en sus ojos, los cuales dejaba ver el pasamontañas.

Eran grandes y negros... Un negro como el puro abismo, como un agujero negro del espacio en el que podías entrar y perderte para siempre. Estaban llenos de odio y rabia y estaba segura de que no se apartarían hasta que me vieran dejar la vida.

Lo peor: esos ojos me eran familiares.

Un ruido hueco sonó por toda la casa.

– ¡Eh! – gritó Nick.

El enmascarado giró la cabeza hacia la derecha y seguido me soltó. Caí al suelo intentando recuperar el aire.

Noté como abrió la puerta con fuerza. Nick corrió hacia mi y se agachó para quedar a mi altura.

– ¿Estás bien? – preguntó y asentí repetidas veces.

Me pasó una mano por el pelo rápidamente y seguido se levantó y salió corriendo del piso.

Tosí unas cuantas veces y tras unos segundos logré enfocar la vista.

Algo me llamó la atención. Una cosa brillante en el suelo. Alargué el brazo lo cogí.

♥️

¡Feliz semana!🌺

Mi Mejor Error #MME2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora