1 Juillet, 1923
EnglandLa señora Warley estaba contando los billetes que había en la caja, mientras que yo terminaba de fregar las mesas, pasando un trapo húmedo sobre ellas. De pronto, la puerta se abrió de par en par. Ambas nos giramos hacia ésta, queriendo ver quién estaba entrando en la taberna a pesar de tener el cartel de "cerrado" colgando, bien a la vista. Sin embargo, no pude evitar sonreír y lanzar el trapo a un lado, al ver que era Harry el que entraba. Me apresuré a correr hacia él, que enseguida me recibió, con los brazos abiertos, enredándolos alrededor de mi cintura en cuanto le alcancé, y acercándome a su cuerpo, mientras que yo agarraba sus mejillas y empezaba a besarle. Sabía que me había prometido a mí misma, e incluso a él, que no iba a besarle hasta que nos casáramos, ya que no era aceptable aquel tipo de demostración de afección en público, sin embargo, Harry me tenía loca. Una vez le besé por primera vez, ya no podía hacer otra cosa. Cuando estaba dormida, soñaba con sus labios; y cuando estaba despierta, contaba los minutos que quedaban para volver a sentirlos sobre los míos.
— ¡Chloé! ¡Harry! – exclamó la señora Warley – ¡No seais tan irrespetuosos!
— Perdóneme, señora Warley – dijo Harry, separándose de mí, pero manteniendo sus brazos alrededor de mi cintura –. ¿Pero es que no ha visto la preciosidad de chica que tengo por novia? – preguntó, sin apartar sus ojos de mí, haciendo que me sonrojara – Es un trabajo realmente difícil mantener la compostura y actuar como debería, cuando Chloé está a mi lado.
— Pues aprende, Harry Belcher – le incriminó Theresa, guardándose el dinero en el bolso –. Y Chloé, tú deberías comportarte como una señorita. Sabes que no está bien visto ante los ojos de Dios.
— ¿Pero por qué no está bien visto? ¡Tan solo es amor! Amor puro y verdadero... – susurré, sin poder dejar de sonreír, mientras miraba a Harry, que me miraba del mismo modo.
— Te quiero tanto... – susurró, acercándose a besarme de nuevo.
Yo reí levemente sobre sus labios y cerré los ojos, dejando que empezara el beso. Yo lo seguí desde el preciso momento en que sus labios y los míos se juntaran. Me encantaba la forma en que Harry besaba. Era todo un experto. Y cuando su lengua, traviesa, se abría paso entre mis labios, yo sentía que podía desmayarme entre sus brazos.
— ¡Comportaos! – exclamó la señora Warley, ya a nuestro lado, dándonos un golpe a cada uno con su bolso – No quiero este tipo de guarrerías en mi taberna.
— Perdón, señora Warley – murmuramos los dos a la vez, separándonos el uno del otro.
— ¿Le importa si Chloé y yo nos quedamos un rato en la taberna y tomamos un par de ginebras? – pidió Harry – No haremos nada irrespetuoso, le doy mi palabra.
— Más te vale que así sea, Harry – nos advirtió, arqueando una ceja –. Os dejaré quedaros porque Chloé ha trabajado muy duro esta semana, y se merece un descanso.
— Muchas gracias, señora Warley – exclamé, sonriéndole.
— Tened una buena noche, chicos. Y recordad, debéis esperar al matrimonio. Aunque os sea difícil.
— Por supuesto, señora Warley – asentí, aunque Harry estaba ya abrazando mi cintura –. Harry, por favor... – murmuré, apartando sus manos de mí.
— Buenas noches, señora Warley – dijo él –. Descanse usted.
Theresa negó con la cabeza, apartando a Harry de mí, antes de despedirse por última vez y abandonar la taberna. Nada más verla cruzar la puerta, Harry me cargó en brazos a la vez que empezaba a besarme de nuevo. Yo sonreí, agarrando sus mejillas y siguiendo su beso otra vez. No podía haber nada en todo el mundo que me gustara más que besar a Harry. Él me llevó hacia una de las mesas, dejándome sobre ésta y colocándose entre mis piernas, mientras subía sus manos hacia mis mejillas, para mantenerme completamente pegada a su rostro, sin darme la opción de separarme. Tampoco lo habría hecho. Besar a Harry hacía que mi corazón se acelerase, que sintiera que la sangre que corría por mis venas era pura, limpia, fresca; que mi piel se erizara, que cada poro de mi cuerpo expirara felicidad.
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Sinful love
FanfictionEn un mundo en el que lo importante no es quién eres, sino quién aparentas ser; los secretos más oscuros deben pertenecer a tu pasado. Sin embargo, Dios siempre se encarga de que los pecados salgan a la luz. Marie Bennett