Chapitre vingt-neuf

617 68 51
                                    

30 Juillet, 1925
France

Sentí, nuevamente, que había dormido solo por unos segundos cuando noté unas manos alrededor de mi cintura. Me tensé, asustada, a punto de dar un grito, cuando reconocí el tacto de aquellas manos, acariciando mi barriga, por debajo de mi camisón. Mi respiración se cortó, sabiendo que si me giraba me encontraría con aquellos feroces ojos verdes. Sus dedos, poco a poco, se hundieron en mi piel. Sentí el aquel fuerte cuerpo, justo detrás de mí, pegado al mío. Cerré los ojos, queriendo que aquello fuera tan solo un sueño. Pero al volverlos a abrir... aquellos dedos seguían sujetándome.

— ¿Qué haces? – pregunté con un susurro.

— Necesito tu piel.

— Por favor... para.

— Chloé, te necesito... necesito tu piel, tu cuerpo, tus labios...

— Para, Harry... para... – rogué, sujetando las sábanas con fuerza, sintiendo los dedos de Harry empezando a descender, entrando lentamente dentro de mi ropa interior.

— No me pidas que pare, por favor, Chloé... sabes que tú también lo quieres.

— Por eso te pido que pares, Harry... – murmuré, sus dedos se habían detenido, pero no los había apartado – Estoy comprometida, tú eres cura... – negué con la cabeza – Debes parar.

— Nunca he hecho lo que debo.

Sus dedos siguieron bajando, acercándome a mi entrepierna. Yo retuve mi respiración de nuevo. Cerré los ojos, sin saber qué hacer. Uno de sus dedos empezó a acariciarme, muy suavemente, superficialmente. Su otra mano sujetó mi cintura con más fuerza antes de que su dedo se hundiera en mí muy poco a poco. Sentí que iba a romper a llorar, porque me estaba gustando lo que Harry hacía. Eché la cabeza hacia atrás, apoyándola en el hombro de Harry. Mis ojos seguían cerrados, pero le escuché reír levemente. Sus labios se pusieron sobre mi sien, y empezó a dar cortos besos. Muy suaves, muy lentos, al mismo ritmo al que su dedo se movía en mi feminidad.

— Estás lista para mí, Chloé – susurró, sin dejar de besar mi rostro –. Y no quiero hacerte esperar más.

— No... no está bien, Harry... – negué, abriendo los ojos y apartando su mano de mi ropa interior –. No podemos hacer esto – dije, girándome para mirarle a los ojos.

— ¿De verdad eres capaz de resistir la tentación?

— No... por eso te pido que te detengas...

— Yo tampoco puedo, Chloé.

Sin decir nada más, sus manos sujetaron mis mejillas y sus labios atraparon los míos. Volviéndome su prisionera. Ya no tenía ningún tipo de voluntad, estaba sometida a la suya. Estaba sometida a sus besos, a su acelerada respiración, a su cálido toque. Poco a poco su cuerpo se puso sobre el mío, y yo ya estaba perdida. Cuando Harry me besaba, cuando sentía su piel en la mía, en mi interior se encendía un fuego. Un fuego que yo creía apagado. Un fuego que creí extinto años atrás. Sin embargo, quedaban cenizas, todavía quedaban algunas cenizas, y su cercanía hacía que aquellas cenizas prendieran, encendiendo un fuego más fuerte y destructor que cualquier fuego que hubiera existido antes. Cuando se puso sobre mí pude sentir que no llevaba nada a parte de su ropa interior. Me hizo separar mis piernas, colocando su cuerpo entre ellas. Su entrepierna y la mía conectaron, a través de los finos tejidos de nuestra ropa interior. Aquello me hizo gemir. Un sonido fino, que creía olvidado, se escapó entre mis labios. Entonces, lo recordé. Recordé la última vez que Harry se colocó entre mis piernas de aquel modo. Recordé las consecuencias que aquello tuvo. Y supe que no podía hacerlo. No otra vez.

Sinful loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora