Chapitre trente-cinq (finale)

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6 Août, 1925
France

No podía creer que estuviera tan solo a unas horas de casarme con William James Langlais. Todavía parecía un sueño, parecía irreal. Y, aunque me sentía inmensamente feliz, también estaba muy insegura. No sabía si estaba tomando la decisión correcta. Harry seguía apareciendo, una y otra vez, en mi cabeza. Creí estar volviéndome loca cuando, mientras estaba frente al espejo de mi cuarto, mirando mi reflejo, apreciando el increíble vestido que Liam había encargado. Nunca en mi vida me había sentido tan bonita. Y entonces escuché su voz.

— Jamás pensé que volvería a verte vestida así, mi vida... – dijo aquella inconfundible voz ronca. Al girarme pude ver a Harry, ya vestido sin su ropa de cura, parado en la puerta.

— ¿Harry? – balbuceé, queriendo que aquello solo fuera un producto más de mi imaginación.

— Te amo, Chloé Labelle. Tú me has hecho mejor persona. Desde el momento en que te vi perdí la cabeza por ti. Estoy loco de amor. No ha habido un solo día en que te haya podido sacar de mi cabeza. Nunca jamás me había sentido avergonzado de mi pasado hasta que te conocí a ti. Sabía que no era digno ni siquiera de que me mirases, pero tan solo quería redimirme, ser mejor persona para ser merecedor de alguien como tú. Alguien tan puro e inocente. Jamás podré perdonarme lo que te hice. Jamás podré perdonarme saber que has sufrido tanto por mi culpa. Pero espero que tú sí puedas perdonarme. Espero que tú puedas entender que mi intención nunca fue herirte, ni jugar contigo. Lo único que quiero es convertirte en mi mujer, tener una familia contigo, vivir y envejecer junto a ti. Eso es todo lo que quiero. Te quiero a ti, sin condiciones, sin mentiras, sin pasados. Solo tú, yo y nuestro futuro en blanco por delante.

— Harry... no puedes hacer esto.. No hoy, no ahora... Mi boda es tan solo en un par de horas.

— No te cases. Te lo ruego, Chloé.

— No... Harry, no puedes hacerme esto – negué con la cabeza, dándome la vuelta para darle la espalda –. Tienes que irte ahora mismo.

— Por favor, mi vida... – rogó – Sé que todavía me quieres... Vámonos lejos. Podemos ir a por nuestro hijo, llevarle con nosotros, ser felices... – murmuró, a la vez que abrazaba mi cintura.

— ¡No! – exclamé, haciendo que me soltara y dándome la vuelta hacia él de nuevo – Él ya tiene una familia, es feliz y le cuidan bien. No podemos arrebatarle de las manos de esos pobres padres... – negué.

— Oh... ¿le diste en adopción? – dijo algo decepcionado.

— Ayer le vi por primera vez... ni siquiera cuando nació le miré. No podía hacerlo – dije con mis ojos llorosos –. Harry, por favor, han pasado muchas horas maquillándome, no quiero ponerme a llorar y arruinarlo – murmuré a la vez que abanicaba mi rostro con mis manos, tratando que las lágrimas que habían acumuladas en mis ojos no cayeran por mis mejillas.

— ¿Por qué hiciste eso, Chloé? Es tu hijo... nuestro hijo. ¿Por qué no quisiste ni mirarle?

— ¿¡Estás de broma, Harry!? ¡Me arrebataste mi virginidad cuando apenas tenía dieciséis años! ¡Eras la única persona del mundo en la que confiaba ciegamente! ¡Y de pronto desapareciste! ¡Me prometiste que nos casaríamos, tendríamos una familia, seríamos felices, y nada de eso pasó! ¡Me encontré sola, en la calle, sin trabajo, sin dinero, sin nadie en qué apoyarme! ¡No puedes hacerte ni idea de lo mal que lo pasé!

— Pero cuando volviste aquí tenías a tu hermana, ella podría haberte ayudado con el bebé.

— Harry, tuve que empezar a trabajar en el cabaret con Béatrice para poder tener algo de comer y un techo bajo el que vivir. Cada noche decenas de hombres me rogaban que tuviera sexo con ellos. Me regalaban flores e intentaban agasajarme para llevarme a la cama. Me sentía como un trozo de carne. Como si solo pudiera ser utilizada para que los hombres cumplieran sus fantasías sexuales. Como tú ya habías hecho antes. Cuando descubrí que estaba embarazada... no podía hacerlo. Cada vez que recordaba siquiera tu nombre me echaba a llorar, me temblaban las piernas, y recordaba que yo tan solo era un pedazo de carne para el disfrute de los hombres. No podía hacerlo. No podía tener a una pequeña persona que me recordara cada segundo de cada día, de cada mes, de cada año... que tú habías formado parte de mi vida. Estaba intentando olvidarte, estaba intentando dejarte en el pasado, y si tenía un bebé tuyo no habría conseguido hacerlo. ¿Y sabes qué? Intenté abortar. Intenté librarme de ese bebé. Así de mal estaba, Harry – dije enfadada –. Estaba destrozada, con el corazón roto, sin confianza en mí misma o en nadie, pensando que no conseguiría a nadie que me quisiera, que nadie nunca querría casarse conmigo... no podía tener a aquel bebé. Estuve a punto de saltar al Sena y dejar que la corriente del río me ahogara, me llevara lejos de aquí. Pero el Padre Poiré apareció y no me dejó saltar, me pidió que siguiera creyendo en Dios y en su bondad. Y no lo hice, así que cuando intenté abortar no solo no conseguí deshacerme del bebé sino que casi me matan, me dejaron desangrándome en un callejón, completamente ebria, no podía moverme o caminar. Y unos hombres intentaron aprovecharse de ello y violarme. Empezaron a recorrer sus manos por mi cuerpo... recordándome una vez más que yo tan solo era un trozo de carne. Que yo tan solo existía para el disfrute de los hombres. Y cuando me recuperé, cuando conocí a Liam... todo cambió. Él no quería aprovecharse de mí, él no me puso una mano encima, se preocupó de no incomodarme, y empezó a quererme de una forma pura y verdadera. Por eso no voy a dejarle plantado en el altar. No voy a irme contigo a ningún lugar, Harry. No voy a hacerle eso a la única persona que me quiere de verdad.

Sinful loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora