26 Avril, 1925
FranceMe desperté sobresaltada, y miré con miedo a mi alrededor, sin reconocer el lugar. Me calmé a los segundos, recordando que me encontraba en el piso de los Langlais, en el centro de París, donde me había mudado el día anterior. Miré el reloj despertador que había junto a mi cama, y vi que apenas quedaban cinco minutos para que éste sonara, así que lo apagué y me levanté, poniéndome una larga y fina bata sobre mi camisón. Entonces fui hacia el salón, y corrí las cortinas, dejando que el brillante sol de primavera entrara por las ventanas.
Una vez más, me quedé absolutamente anonadada mirando a través de los cristales, viendo la torre Eiffel en todo su esplendor, ya que estábamos justo en frente de los Champs Élysées que terminaban frente a la preciosa torre. Sonreí levemente y miré hacia mi mano, donde el brillante anillo que Liam me había dado el día anterior, descansaba. Estaba a punto de ir a despertar a Béatrice cuando escuché como alguien picaba a la puerta. De camino a la entrada, miré el reloj del pasillo, viendo que apenas eran las ocho de la mañana, por lo que me sorprendió ver a Liam cuando abrí.
— Liam, ¿qué haces aquí tan temprano? Todavía ni me he vestido.
— Perdón, petite, no podía esperar más para ver a mi preciosa prometida – sonrió, acercándose a darme un corto beso en la frente –. Además, tengo cosas que contarte.
— Oh, está bien... pasa, pero primero debo ir a vestirme. No puedes verme con mi ropa de noche.
— ¿Por qué no? Estás igual de preciosa, mon trésor – rió él, entrando junto a mí –. Pero está bien, ve a vestirte. Yo te esperaré en el salón.
— Gracias.
Liam fue directo hacia el salón, mientras que yo regresé a mi habitación. Una vez ahí, me apresuré en ponerme uno de los pocos vestidos que había llevado, ya que sabía que la señora Langlais no iba a permitirme usar ninguno de aquellos viejos vestidos de mala calidad. Al terminar, recogí mi cabello hacia atrás, como siempre solía hacerlo. Luego fui a la habitación de Béatrice, la cuál seguía durmiendo profundamente. Me acerqué a ella y la sacudí levemente, haciendo que abriera levemente los ojos mientras se quejaba.
— ¿Qué quieres, pesada...? – murmuró adormilada.
— Liam está aquí, supongo que nos iremos pronto, pero no salgas en paños menores, ¿está bien?
— Pero si estoy durmiendo – gruñó, dándose la vuelta hasta quedar boca abajo.
— Solo quería avisarte por si acaso.
— Vete ya de aquí, Chloé.
Negué con la cabeza y salí del cuarto, dejándola dormir. Caminé hacia el salón y vi a Liam sentado en el sofá, tomando una taza de café. Yo me acerqué y me senté junto a él, sin poder dejar de sonreír al mirarle. Liam era un ángel y simplemente su presencia ya me hacía feliz.
— Que bonita estás, ma petite – susurró, bajando su taza y dejándola sobre la mesa –. Más de lo normal, quiero decir. Me encanta cuando sonríes, sin embargo no lo haces muy amenudo.
— No tenía una razón para hacerlo... no hasta ahora.
— Tu vida ha sido difícil – asintió él, sujetando mi mano –. Pero te prometo que me voy a encargar de que a partir de ahora tu vida sea pura felicidad.
— Sé que tú no vas a decepcionarme – asentí, sonriendo levemente –. ¿Qué querías contarme?
— Vamos a ir a comprar – dijo, antes de dar un trago al café –. Tenemos que comprarte ropa, y algunas joyas... ya sabes, por lo que dijo mi madre.
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Sinful love
FanfictionEn un mundo en el que lo importante no es quién eres, sino quién aparentas ser; los secretos más oscuros deben pertenecer a tu pasado. Sin embargo, Dios siempre se encarga de que los pecados salgan a la luz. Marie Bennett