France, 1925
Sé que la tranquilidad nunca ha sido una opción para mí, Padre. Sé que los pecados que cometí seguirán persiguiéndome, probablemente para el resto de mi vida. Sin embargo, quiero que eso cambie. Padre, he trabajado fervientemente para dejar atrás cualquier traza de mis errores. He sido una buena feligresa, y una buena persona. He ayudado a aquel que lo ha necesitado, y he puesto la otra mejilla cuando contrariedades han aparecido.
Es por esa razón que creo que merezco algo de felicidad. Que por una vez, la tranquilidad se instale en mi vida. Quiero monotonía. No quiero más cambios, ni más sorpresas. Quiero ser feliz junto al hombre que me quiere y me respeta. Quiero casarme con él y ver qué es lo que el futuro nos depara. Quiero que vivamos tranquilos en su château, tener hijos preciosos, y verlos corretear por los verdes jardines. Quiero tener una hija a la que poder trenzar el cabello, y vestirla con los más finos ropajes.
Sé que Dios es bondadoso, y que tendrá piedad de mí. También sé que conoce mi pasado, pero que es capaz de perdonarme por él. He cumplido suficiente penitencia, en silencio y con la cabeza baja. Sin nunca decir una sola palabra. Sin objetar las decisiones del Señor, y las duras pruebas que me ha presentado en el camino. He ido tropezando, piedra tras piedra, en todas las que ha puesto en mi camino; sobrepasando los obstáculos que Dios me ha puesto. Y he llegado a la estabilidad.
Es por esa razón, por la que pido que nadie pueda, jamás, llegar a saber sobre mi pasado. Es de vital importancia que nadie sepa mis secretos, Padre. Sé que son secreto de confesión, y que un siervo del Señor jamás rompería su juramento; pero si de verdad alguien llegase a saber sobre mis errores, toda mi estabilidad y tranquilidad quedarían hechos trizas, y todo por lo que he trabajado tan duro, desaparecería.
Agradezco su confidencialidad y su compresión como siempre, Padre.
Atentamente,
Chloé Labelle.
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Próximamente - Navidades 2017
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Sinful love
FanfictionEn un mundo en el que lo importante no es quién eres, sino quién aparentas ser; los secretos más oscuros deben pertenecer a tu pasado. Sin embargo, Dios siempre se encarga de que los pecados salgan a la luz. Marie Bennett