Chapitre cinq

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1 Avril, 1925
France

Al llegar a mi casa, vi a Béatrice estirada sobre mi cama. Estaba todavía dormida. Me acerqué al lavamanos para mojar una toalla con agua fría y luego me acerqué a ella, colocándosela sobre la frente. Ella dio un gemido de queja, apartándome levemente y girándose hasta darme la espalda, con intención de seguir durmiendo.

— Béatrice, es ya muy tarde. Son las dos del mediodía. No puedes seguir durmiendo.

— ¿Por qué no? Además, yo soy la hermana mayor, no puedes decirme qué hacer.

— ¿Tienes algo de dinero? Voy a ir a la iglesia, podría comprar algo para comer en mi camino de vuelta.

— Sí, conseguí algo anoche antes de que vinieras a fastidiarme - bufó, cubriéndose la cabeza con la manta -. Mira en mi bolso.

Asentí levemente y fui hacia el perchero de la entrada, de donde su bolso colgaba, junto a su abrigo. Al mirar dentro encontré algunos francos, que cogí y guardé en mi propio bolso. Luego, volví a acercarme a ella.

— Cuando vuelva de la iglesia tendrás que levantarte, ¿está bien?

— Si traes comida, me lo pensaré.

— Béatrice...

— Vete, tienes que limpiarte de pecados.

— Oh, no... No voy a confesarme. Aunque tú deberías ir a hacerlo. Voy a por consejo del párroco.

— ¿Consejo para qué? Tu vida es aburrida - preguntó, destapando su cabeza y girándose para mirarme, pareciendo más interesada en lo que decía.

— ¿Recuerdas al señor Langlais? ¿El hombre que nos trajo a casa ayer?

— Vagamente.

— Me ofreció un trabajo en su casa.

— ¡No tienes que consultar con el párroco si puedes trabajar, Chloé! ¡Necesitamos dinero!

— No hablo de eso, Béatrice. Su hijo quiere salir conmigo.

— ¿Liam Langlais quiere salir contigo?

— ¿Cómo conoces al hijo del señor Langlais?

— ¡Todo el mundo conoce al hijo del señor Langlais en París, Chloé! ¡Es millonario y atractivo!

— Pues me ha dicho que soy la mujer de su vida... que salga a cenar con él esta noche. Y quiere que, en algún momento, me convierta en su mujer.

— ¿¡Y en serio estás pensándolo!? ¡Dile que sí, ahora mismo! ¡Podría solucionarnos la vida! ¡Viviríamos en un château, tendríamos dinero para aburrir, vestidos elegantes de seda! - exclamó emocionada, poniéndose de pie y corriendo hacia mí, agarrando mis manos - ¡Nuestra vida cambiaría totalmente, por fin!

— Necesito pensarlo bien, Béatrice. Ya sabes lo que pasó con... - antes de poder seguir hablando, sentí un nudo en mi garganta y mis ojos llenándose de lágrimas.

— ¡Ese era un muerto de hambre y un cara dura, Chloé! ¡Liam Langlais no podría hacer algo así sin que se enterase toda la socialité de París!

— Prefiero hablar con el párroco primero - asentí, mordiendo mi labio nerviosamente.

— Está bien, seguro que te dice lo mismo que yo - dijo segura, caminando de vuelta a la cama -. Pero asegúrate de volver pronto, así podré ayudarte a arreglarte para la cita.

— Lo intentaré - asentí, yendo hacia la puerta.

— ¡Y acuérdate de traer algo de comer, estoy tan hambrienta!

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