Chapitre vingt

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Advertencia: Este capítulo contiene partes no aptas para lectores sensibles. Léelo bajo tu propia responsabilidad.

24 Octobre, 1923
France

El pastel de calabaza que estaba cocinándose en el horno olía delicioso, sin embargo, el olor a comida me daba arcadas. Estaba preparando ese pastel para Béa, ya que era su favorito. Mi hermana debía estar al caer, y esperaba que viniera con buenas noticias, no con malas. De pronto, escuché las llaves en la puerta, por lo que me giré para verla entrar, con rostro serio. ¿Eran malas noticias lo que traía?

— Chloé... – empezó, en un susurro.

— ¿Han dicho que sí, Béa? Por favor, dime que han dicho que sí.

— Sí... el cabaret está dispuesto a pagar por tu aborto, dicen que les sale a cuenta, porque les haces ganar más dinero de lo que cuesta el aborto.

— ¡Eso es genial! – exclamé contenta, corriendo hacia ella para ayudarle a quitarse el abrigo.

— ¿Estás completamente segura de esto, Chloé? Es muy peligroso y-... – empezó de nuevo, mientras yo llevaba su abrigo al armario.

— Estoy segura, Béatrice – la interrumpí –. No puedo tener el hijo de Harry. Nadie puede siquiera saber que he tenido relaciones sin estar casada. No tengo nada en contra de tu estilo de vida pero yo... eventualmente, quiero encontrar a alguien que sea buena persona. Y ningún hombre decente va a querer casarse conmigo si saben que ya no soy virgen.

— Puedes quedarte aquí en casa durante el embarazo, y luego dar el hijo en adopción. Trabajaré el doble para tener dinero para mantenernos a las dos mientras tú estás con el embarazo, serían solo unos meses, podría hacerlo.

— No. No quiero tener nada que me una a Harry, Béa... pensaba que tú me entendías – murmure, con mis ojos acuosos.

— Sí te entiendo, Chloé. Pero soy tu hermana mayor. Me preocupa que hagas algo tan peligroso.

— Estoy segura de que quiero hacerlo, Béa.

— Está bien – asintió levemente –. Entonces iremos esta noche.

— Gracias – exclame, yendo a abrazarla –. Sé que esto es lo mejor para mí.

— Yo no creo que así sea, pero eres adulta y responsable de tus propias decisiones.

Suspiré, separándome de mi hermana. Sabía que Béa pensaba que yo estaba feliz de abortar. No era así. Estaba completamente aterrorizada. Nunca, jamás, en toda mi vida, había tenido tanto miedo. Sin embargo, la sola idea de dar a luz a un bebé de Harry hacía que me sintiera enferma, que mi corazón palpitara tan rápido que me dejaba sin respiración. Necesitaba hacer aquello, aunque me atemorizara. No necesitaba un recordatorio diario de lo que Harry me había hecho.

— He hecho pastel de calabaza... – murmuré, yendo hacia el horno.

— Huele muy bien, pero ahora no tengo hambre – susurró Béa –. Iré a dar una vuelta, te vendré a buscar cuando sea la hora. Prepara una bolsa con ropa para un par de días.

— Está bien.

Béa fue en busca de su abrigo de nuevo, no tardando más que un par de minutos en irse. Yo suspiré profundamente e intenté relajarme. Lo primero que hice fue sacar el pastel del horno, cubriéndolo después con un trapo. Tras eso, fui hacia el armario y saqué una vieja bolsa de viaje donde guardé ropa interior, un camisón, y un par de mudas. Sabía que iba a ser una noche difícil, así que al terminar con la bolsa, decidí intentar dormir un poco. Fui hacia la cama y me estiré en ésta, cubriéndome con la manta. Cerré los ojos e intenté dejar mi mente en blanco. No conseguí dormir profundamente, pero sí di un par de cabezadas hasta que Béatrice estuvo de vuelta.

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