9. ¡Sí señor!

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El lunes llega antes de lo planeado y como es normal mi despertador suena con una hora de adelanto para poder ducharme, secarme el pelo, vestirme, desayunar, preparar las clases del día y dirigirme al instituto.

Hoy es un día importante porque tendré el primer entrenamiento de hockey con el equipo, y es mi día para enseñarle al entrenador (y al imbécil de Adam) que soy mejor de lo que esperaban.

Aunque con mi maldita suerte después del entrenamiento tengo la suerte de ir de nuevo a la sala de castigos y tendré la primera tutoría con mi tutor diferente. Oh sí, porque se supone que tengo que hablar con un hombre o una mujer de mis poderes para poder desarrollarlos mejor, aunque ups, aún no tengo poderes y también se supone que me tienen que ayudar a encontrarlos, aunque lo veo una estupidez muy grande.

Yo ya no sé si perder mi esperanza respecto a ese tema. Si no se han manifestado durante estos años ¿Qué hace pensar que se manifestarán ahora?

Cojo mi uniforme y salgo al pasillo, y como esperaba, no hay nadie, esto sí que es suerte, corro sin hacer ruido a la puerta del baño y la cierro conmigo dentro de este.

(...)

Cierro mi taquilla con un suspiro, algo que resulta ser ya una costumbre, ya que a primera hora tengo literatura y actualmente la literatura contemporánea no es lo que más me emociona.

Y añadiendo la suerte que tuve al no estar resfriada ahora mismo, por aquello de caer en una piscina de agua fría por la noche desmayada, lo más típico ¿no?

Me giro y un grupo de chicas me están rodeando yo doy un respingo sorprendida.

— Me habéis asustado- digo riendo aunque ellas no ríen, quedándose en su estado serio estudiándome.

Me da tiempo a admirarlas un poco, son 5 chicas, 4 rubias y una morena, todas altas, esbeltas, muchas curvas y cuerpos perfectos, maquilladas hasta más no poder y ropa la cual me atrevo a decir que deja mucho que desear aunque parece de buena marca. Tres de ellas parecen ser trillizas o quién sabe, tal vez es solo una que está triplicada, ya no se puede confiar en los diferentes y dos de ellas me suenan de vista.

Una de las rubias es la que Thomas me presentó el primer día, la que estaba sentada en nuestra misma mesa, la cual es una de las trillizas que ya está confirmado que son tres personas.

Otra es la chica que en la fiesta del viernes se colgó al cuello de Adam como si fuese un bolso rosa lleno de lentejuelas, por favor, hasta yo sé que eso ya ni se lleva. 

Ahora que la podía ver mejor es más alta que yo (como suelen ser la mayoría de personas), piel clara con pecas en las mejillas para aclarecer su rostro, sonrisa maliciosa, nariz fina y perfecta, ojos azules profundos y ropa rosa, corta y con pinta de ser muy cara.

 Yo siempre se lo dije a mi madre, la ropa es para vestir y no creo que sea necesario pagar una millonada para comprarte una ropa de marca, al fin y al cabo, es ropa.

La morena tenía el pelo recogido en una coleta alta dejando que su pelo largo se dejase caer hasta llegar casi a la cintura, tiene un pelo precioso, me atrevería a decir suave y tiene unos ojos verdes brillantes y atractivos, tiene los dientes tan perfectos que me dolían los ojos de verlos y tiene una altura perfecta para las curvas formadas en su cuerpo, la chica perfecta a decir verdad aunque para mí simplemente era otra chica más que me miraba con superioridad.

— Hola, creo que no nos han presentado- dice la "chica bolso de lentejuelas" , me gusta el apodo.

— No creo- digo mirándola con poca expresión, no sé qué quieren pero sinceramente no creo que sea nada bueno.

Gen D [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora