23. ¿Bailas?

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— Hace un frío de cojones- dice Brooke suspirando.

— Esa boca señorita- regaña Chad elevando una ceja hacia mi amiga. 

— No eres quién para hablar- le saca la lengua.

Pues yo aún estoy pasando más frío, aunque el vestido era precioso, tenía que haber pensado que tal vez enseñaba demasiada carne que enfriar. Pero mereció la pena solo por ver la cara de Adam que ha intentado evitarme desde ese momento.

— Uf, dejad de quejaros que ya llegamos- dice rodando los ojos Ethan.

Y era cierto, desde aquí ya se veía una fila bien larga de personas, aunque más bien, de adolescentes de Nueva York.

Colores llamativos y simples... Pero Brooke sonriente pasa al lado de todos los que esperan en la larga cola. La gente nos mira mal y yo agacho la cabeza.

Cuando llegamos a la entrada hay un cartel brillante de color rojo con el nombre "SWEET DRINKS".

Un hombre con hombros anchos y musculoso con los brazos cruzados vestido completamente de negro, con un auricular en la oreja y gafas de sol está junto a una puerta metálica. Ese gesto me recordaba a Adam.

— Venimos invitados por Sweety- le dice Brooke al chico y este eleva una ceja en silencio.

— ¿Contraseña?- dice serio y pasa su lengua por los labios para humedecerlos.

Brooke mira a su alrededor y se fija en que los de la fila nos miran mal. Brooke se acerca a la oreja del tipo y le susurra unas palabras que me suenan a "sirope de chocolate".

El hombre asiente y abre la puerta haciendo que el sonido que hay dentro se haga oír también en la calle y se ve una piruleta de luces rojas como en el título indicando la dirección hacia abajo.

Yo sonrío aunque en realidad tengo un poco de miedo.

El hombre hace que entre Brooke y después todos los demás, Adam me lanza una mirada cuando pasa delante de mí y yo suspiro agachando la cabeza con los brazos a ambos lados de mi cuerpo ya que el tipo me da muy mala espina.

Entonces el hombre coloca su brazo para que no pueda pasar.

— No puede pasar- indica cuando yo miro hacia arriba ya que el hombre es demasiado alto, más alto que Adam incluso.

— ¿Cómo?- pregunto en bajo y después trago saliva.

— Solo pueden entrar mayores de 16 años- indica y se cruza de brazos.

La puerta sigue abierta y mis amigos están entrando.

— ¡Pero yo voy con ellos!- grito exasperada ya que ellos ya están entrando y yo sigo fuera.

— Señorita no se desespere- indica el hombre.

— Yo tengo más de 16 años- digo colocándome una mano en mi pecho.

Él me mira de arriba a abajo. Entonces suspiro.

— ¿Qué pasa aquí? - pregunta Adam traspasando la puerta para salir al exterior de nuevo y me mira mientras yo frunzo los labios y el guardia también le mira.

Gen D [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora