47. Era un secreto

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Adam Walker

Todo se había detenido, todo se había convertido en silencio, las gradas se habían callado, el disco había dejado de moverse y nadie sabía lo que estaba pasando. 

No podía ser cierto, el corazón se me encogió en el pecho al ver a la pequeña Scarlett tirada en el suelo, sin moverse, desmayada. Toda la grada había empezado a murmurar de nuevo, era un murmullo que se volvía cada vez mayor. 

No sé que me movió en ese momento, al mirar en las gradas me encontré con la mirada de April White que estaba clavada en mí. Dentro de mí había una balanza que se planteaba entre el bien y el mal mientras mi corazón latía a mil.

Pero esa balanza no servía para nada, algo más potente me guiaba en ese momento ¿podría ser el corazón? No lo sé, pero si sé que en ese momento cuando todo me llevaba a Scarlett, nada más importaba. 

Hice que todos los curiosos que había empezado a amontonarse a su alrededor se alejasen, le diesen espacio y me dejasen pasar. 

Sentía ira, impotencia, miedo y una enorme preocupación al verla sobre el frío hielo sin moverse. No tardé en arrodillarme a su lado y agarrar su mano. 

—¡Dejad de mirar! ¡Que alguien llame a una puta ambulancia!- miré alrededor desesperado. 

—Adam, necesito que te relajes y que la saques de la pista- escucho al entrenador desde fuera del hielo. 

Con máximo cuidado deslizo mis brazos alrededor de su cuerpo para no herirla más en el caso en el que se haya roto algún hueso. 

La recojo contra mi pecho con delicadeza. Sé que los ojos de todo el mundo están sobre mí, pero eso es lo que menos me importa ahora. 

Chad aparece a mi lado y se asegura de abrirme paso entre todo el mundo.

—Esto es una putada Adam, el plan se ha jodido- murmura Chad a mi lado con los nervios a flor de piel mirando con pena a Scarlett. 

— Sabes que significa eso ¿no?

Él me mira con tremenda preocupación pero el entrenador nos separa antes de que podamos continuar la conversación. 

—¿Has comprobado que respira? ¿El corazón?- el entrenador también parecía preocupado. 

—Sí entrenador, escucho su corazón y siento sus constantes vitales bien.

—Ese movimiento les va a costar la liga a los Tigers- murmura con rabia mirando de nuevo a la pista.

La ambulancia no tarda en llegar y yo les ayudo en todo lo que puedo. Me piden algunos de sus datos y yo respondo a todas las preguntas que me hacen.

—¡Es mi hermana! ¡Tengo derecho a verla!- Escucho la voz de Alex enfadado. 

Dejo a Scarlett unos segundos con los médicos y voy a hablar con él, que me recibe con una mirada de asco. 

—No sé que es lo que te traes en manos Adam pero no me gusta un puto pelo y no te quiero cerca de mi hermana—espeta con un tono bastante enfadado.

—Alex, no tengo tiempo para explicarte esto, no ahora, pero tengo que estar con ella, o ella puede estar en un tremendo peligro, se que no puedes entenderlo y sé que me odias pero necesito que confíes en mí—intento explicarle con calma.

—Adam... Te juro que si le ocurre algo jamás te lo perdonaré- dice mirándome fijamente con el ceño fruncido con una mezcla entre desconfianza y preocupación.

—Entiendo tu preocupación, y créeme que yo estoy igual de preocupado que tú, juro explicarte todo cuando Scarlett esté fuera de peligro. 

Él me mira y en su mirada veo que se está debatiendo entre si confiar en mí o no.

Gen D [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora