21. Tu helado es ilógico

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Aprieto mis puños de rabia y gruño. Todos estos años esperando a tener poderes... Y resulta ser que llegan y queman mi casa, o mejor dicho, la quemo.

— ¿Crees que me echaran del instituto?- pregunto en voz muy baja mirando la montura oscura del coche de Adam fijamente.

— Scarlett...- susurra Adam mirando a la carretera para después negar con la cabeza— No ha sido tu culpa.

— Sí ha sido mi culpa Adam ¡Yo provoqué el fuego!— chillo con rabia y Adam frunce el ceño. — Es mejor que me tranquilice, vaya a ser que te queme tu coche también.

Es cuando Adam frena de golpe dándome un susto de muerte. Él sujeta el volante con una mano y se gira a mirarme con sus ojos oscuros.

— ¿Quieres matarnos?- pregunto histérica.

— Ya está bien de que te eches la culpa del maldito incendio, las cosas pasan, no por nada, ni por nadie, pasan porque tienen que pasar, ser diferente es jodido ¿vale? Tener poderes no siempre es algo divertido, a la mayoría de diferentes les cuesta mucho tiempo controlar sus poderes, incluso años— Dice con seriedad mirándome. Él estaba enfadado pero quería que me callase— No creo que te echen del internado, en todo caso te ayudarían, aunque tampoco es que yo lo sepa, deja de echarte la culpa y mira el lado bueno, si te echan no tendrás que volver a verme, ya que te confundo tanto- dice repitiendo mis palabras de antes. Así que era eso por lo que estaba enfadado...

 Él desvía la mirada hacia la carretera de nuevo y yo me quedo sin palabras por unos segundos.

— Gracias- digo lo único que se me pasa por la cabeza y respiro hondo cogiendo toda la fuerza que tengo — Y yo... No quería decirte eso, estaba enfadada. - digo jugando con mis manos, aún así, hablar con Adam es complicado, me ponía nerviosa.

— No querías decirme eso pero lo llevabas pensando mucho tiempo ¿No es así?— pregunta con una clara molestia en sus palabras.

— Maldita sea Adam, intento pedirte perdón, se supone que éramos...— intento decir pero realmente no se como completar la frase.

— ¿Qué Enana? ¿Qué? — me dice y yo me quedo con la cabeza gacha—¿Qué éramos? Desde que nos conocimos llevas criticándome y desconfiando de mí en todo momento entonces dime ¿Qué se supone que éramos a parte de enemigos?- pregunta y bufo.

— No digas eso, tú te has comportado igual que yo ¿y yo? Dime tú que éramos ¿Sigo siendo una niñata para ti?- pregunto y me cruzo de brazos.

El gruñe y ambos nos miramos a los ojos en silencio con el ceño fruncido. Sus ojos no están tan oscuros cómo antes y no me miran con odio. Él no tiene que decir en mi contra. 

— ¿Quieres un helado o no?- pregunta suspirando.

— Vale- digo y miro a la carretera —pero pagas tú- indico para después salir por la puerta.

Vamos a la heladería en silencio ambos  cruzados de brazos y cuando llegamos yo sonrío al ver a un chico y una chica de mi edad con unos gorritos muy monos simulando a la parte superior de un cono.

— Yo les atiendo- le susurra el chico a la chica y esta asiente. Adam y yo nos acercamos a las vitrinas donde se ven miles de sabores, bueno, no serían miles pero muchos sí que son— ¿Qué queréis?- pregunta con una sonrisa amistosa y bonita el chico.

— Uno de vainilla y...— dice Adam, vainilla, tan simple como él, él me mira elevando una ceja y yo sonrío.

— Blue Ice- indico y él chico asiente.

Gen D [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora