20. Conclusión

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Estornudo de nuevo y acomodo la manta sobre mis hombros. Como supuse, era un resfriado lo que tenía. 

Hoy me he despertado con un 38 grados de fiebre por lo tanto tras quejas y quejas de Brooke y decisiones de Harry, me he quedado durante todo el día en mi casa.

Eso podría ser lo mejor del mundo, pero no si te duele la cabeza, no puedes levantarte de la cama, no tienes ganas de comer nada, no puedes casi respirar y tienes mucho frío y a los pocos segundos mucho calor. Y todo por no llevar ayer un buen abrigo. Ya podría ser el tiempo menos cambiante. Así que esto tal vez era un pequeño contra, pero no por ir con Adam, sino por ser una torpe.

Suspiro cuando me siento en la silla de la cocina y cojo una pastilla para el resfriado, la trago con agua y siento cómo me baja por la tráquea, después inserto un líquido por cada uno de los agujeros de mi nariz para descongestionarme, y por último cojo un sobre de un paquete con un nombre extraño y lo echo en un vaso para después mezclarlo con agua. No quiero ni pensar como de mal debe saber eso.

Con una mueca de asco trago saliva y sigo removiendo la cuchara hasta que no hay grumos, esto tiene una pinta horrible, como es ley de vida, ninguna medicina puede tener un buen sabor.

Le doy un trago, después otro y otro, cuando siento las arcadas en mi garganta. ¿Sabor naranja? Parece ser que los creadores de esta medicina no han probado nunca una naranja.

— Asco- murmuro para mí misma mientras siento un escalofrío subirme por la columna vertebral.

Me termino eso y hago una mueca de asco. Me he alimentando todo el día a base de pastillas.

Dejo el vaso en el fregadero y me levanto de la silla para encaminarme a volver a cobijarme en mi habitación y dormir cual marmota como llevo haciendo todo el día.

Subo las escaleras con pesadez y cuando estoy por entrar en mi dormitorio, el timbre con ese sonido irritante suena por toda la casa, trago saliva por un segundo y miro mi reloj, serán mis primos acaban de acabar las clases.

El timbre suena de nuevo y yo bajo las escaleras lentamente mientras la cabeza me palpita y después toso.

Coloco mi mano en el pomo de la puerta para abrir esta y mi respiración se corta un segundo.

Cuatro de los componentes de Kappa Beta se encuentran detrás de la puerta y yo abro los ojos como platos.

— Hola- saluda Ethan mirándome de arriba a abajo.

Entonces yo también me miro de arriba a abajo.

Vestida con uno de mis pijamas de ovejitas, mis pantuflas calentitas de conejitos, mi cara de muerto con ojeras y piel pálida con mejillas y nariz rojas por el resfriado, una manta de pelo sobre mis hombros para no pasar frío y todo esto decorado con un moño desecho en lo alto de mi cabeza.

Y como impulso cierro la puerta pero algo me lo impide, uno de ellos ha colocado su pie entre la puerta y el cierre evitando que esta llegue a cerrarse del todo. Maldita sea.

— Oh vamos, déjanos pasar- pide Chad desde el otro lado de la puerta.

— ¡No quiego!- chillo sonando un poco extraña por la congestión, empujo  la puerta con toda mi fuerza que he de asegurar que no es mucha.

— Pues lo haremos por las malas- indica Adam y yo abro los ojos como platos para después acabar lejos de la puerta por el empujón que ellos han dado para abrir la puerta principal.

— ¿Qué queréis?- digo disimulando que no estoy tan mal mientras me cruzo de brazos para mirarles.

— Brooke nos pidió que nos pasásemos porque hoy todos tienen actividades extraescolares, para asegurarnos de que estabas viva y quedarnos contigo hasta que alguno de ellos llegase- explica Adam mirándome con un gesto serio. No me puedo creer que esté serio de nuevo, después de todo, él siempre cambia de actitud muy rápidamente, un día me sonríe y otro está muy serio.

Gen D [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora