A la orilla.

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Pov's Deneb.

No dormí. Me revolví en la cama como un animal encerrado. Cerraba los ojos y solo escuchaba en mi cabeza la voz de Juli diciendo "cuídala, porfa". Como si pudiera. Como si no estuviera perdiendo la cabeza por ella. Como si no tuviera miedo de terminarla arrastrando conmigo a esta mierda de vida.

Mi mamá no habló conmigo esa mañana. Solo dejó el desayuno servido, medio frío. Sitka me miró desde la puerta, echado, con esa tristeza que ni él disimulaba ya. Juli no bajó. Seguro seguía pensando en lo que hablamos anoche. Yo también. Sobre todo, en lo que no dije.

En el bus al colegio nadie hablaba, por eso lo odiaba. Así que recogí a Jared y José subieron en la parte de atrás, Jared venía con los audífonos puestos, José saludó como si nada, con esa sonrisa floja, y se sentó al lado de Jared, Juli iba adelante conmigo.

—¿Y el insomnio qué? —preguntó.

—Presente.

— Deneb, deberías tomarte un té de manzanilla, fumarte algo. O coger. Lo que pase primero.

Reí un poco, sin ganas.

—¿Y tú? ¿Todo bien con Juli?

José se encogió de hombros. Juli no estaba escuchándonos, iba con ambos audífonos puestos a todo volumen, hasta atrás se escuchaba.

—No sé, estamos como... bien, pero no. Como cuando sabes que algo se rompió, pero no tienes idea si fue culpa tuya.

—No fue tuya —dije. Él me miró como si le hubiera leído la mente.

—¿Y tú y Abbi?

Me quedé callado. José no insistió. Solo me dio una palmada en el hombro.

Cuando llegamos al colegio, el aire estaba espeso. Todos nos miraban. Sabían. O creían que sabían. Lo de la fiesta, la pelea, lo de Thomás, lo de Abbi. Estaban sedientos de más drama. Gente de mierda.

En la entrada me crucé con Dani. Me saludó rápido y siguió caminando. No estaba raro, pero sí... diferente. Como distante. ¿Había dicho algo Abbi? ¿Lo de la noche? ¿Lo de la pulsera?

Llegamos a clase. No vi a Abbi hasta el almuerzo.

Todos estaban ya en la mesa. Jared, Isa, Juli, José, Dani y Martha con Tyler. Abbi también. Se veía bien. Se veía jodidamente bien. Mi cuerpo entero reaccionó solo. Me senté junto a Juli, que me lanzó una mirada como diciendo contrólate. Intenté.

La charla iba ligera, entre anécdotas tontas y risas sueltas. José, como siempre, haciendo comentarios a destiempo.

—¿Y entonces? —preguntó Jared en algún punto—. ¿Vamos a hacer algo el finde o qué?

—Depende —dijo Isa—. ¿Alguna fiesta sin peleas, por favor?

Todos rieron. Menos yo.

Y entonces llegó ella.

Sabrina.

Se sentó en el borde de la mesa, con esa confianza que me erizaba la piel por lo molesta que era. Se acomodó el cabello y dijo con tono inocente:

—¿Y qué tal estuvo la fiesta? Escuché que alguien terminó sangrando.

Silencio.

Todos la miramos. Jared apretó la mandíbula. Juli bajó la mirada. Abbi se tensó. Yo cerré los puños debajo de la mesa.

—También escuché que alguien se andaba metiendo por las ventanas... romántico, ¿no? Como en las películas.

Abbi se congeló. Dani la miró. Isa frunció el ceño.

El viaje.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora