Imágen multimedia: Iván Monserrat.
El lunes se adentró temprano al restaurante para comenzar con su jornada laboral. Se colocó el uniforme y luego caminó hacia la cocina para saludar a sus compañeros. Marcus fue el primero en saludarla, con una débil sonrisa que Rachell observó con extrañeza.
-¿Ocurre algo?
-El jefe quiere hablar contigo.
-¿Conmigo? –Frunció más el ceño mirando a su compañero. Este desvió sus pupilas y encogió los hombros, antes de apartarse de ella y salir de la cocina.
-¿Sabes de qué se trata, Carlos? –Preguntó al ayudante del chef. Que hizo el mismo gesto que Marcus, frunciendo los labios en un ademán de disculpa. La castaña respiró profundo colocando los ojos en blanco y se encaminó a la oficina del jefe.
Tocó con sus nudillos suavemente y esperó a que éste le ordenara entrar. Lo hizo un par de segundos después, entró y se sentó en una silla pequeña frente al escritorio.
-Buenos días ¿Quería hablar conmigo?
-Sí, Isabella –El hombre miró su rostro y luego respiró profundo, posando los codos en la vieja superficie de madera del escritorio, y juntando sus manos; unió sus dedos entre el mentón y sus labios. Rachell se removió en su asiento nerviosa y esperó expectante a que él hablara.
-¿Qué ocurre?
-Fíjate, por cuestiones que aun no comprendo, mi superior está haciendo recorte de personal –Dijo el gerente refiriéndose al dueño del restaurante. Echó su silla hacia atrás y rebuscó en una gaveta, luego sacó un sobre y se lo tendió a la castaña.
-¿Qué es?-Preguntó nerviosa, imaginando lo que era.
-Es tu carta de renuncia, lo siento mucho. Pero por ser una de las empleadas nuevas, me temo que tendrás que irte. Te pagaremos el resto del mes y tu renuncia. Hoy es tu último día.
-¿Estoy despedida? –Abrió los ojos intentando asimilar lo que el hombre gordo y canoso frente a ella le decía. Por primera vez en los seis meses que tenía trabajando en el lugar, observó un ademán de pena en el duro gesto del viejo.
-Lo siento.
-Bien...-Se levantó con el corazón hecho trizas en sus pies y asintió varias veces con lentitud sin mirar el rostro del hombre. Salió de la oficina sintiéndose dolida y asustada ¿Ahora qué haría? ¿Dónde encontraría otro empleo? Necesitaba pagar los servicios, las deudas. Lo que obtenía en la academia como profesora, le alcanzaba a penas para comer.
Alzó los ojos y se fijó en que alguno de sus compañeros la miraban con pesar, luego giraron sus rostro de inmediato al fijarse que ella se daba cuenta e hicieron una actuación pésima de disimulo. Rachell negó con la cabeza, fue en busca de sus pertenencia, volvió a colocarse la ropa con que había llegado y se retiró del restaurante, sin siquiera despedirse de nadie ¿Por qué no echaban a la zorra de Maricela? ¡Siempre llegaba tarde y era una pereza! ¡Ah claro! Seguro se acostaba con el jefe. Gritó con enfado dentro de sí. Caminó por las calurosas calles en busca de un autobús para irse a casa.
Cuando llegó a su apartamento, se dejó caer en el sofá y cerró los ojos respirando profundo.
-¿Qué ocurre? –Salió Nicole al sentirla llegar. La observó con el ceño fruncido y se sentó a su lado.
Rachell ladeó el rostro con los ojos cristalizados y respondió.
-Me han despedido.
-¿Qué? –Gritó la pelirroja- Pero ¿Por qué?
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Ascendiendo de las Tinieblas - Segunda parte.
RomanceEl dolor de la ruptura y la pérdida había sumergido a Ithan Collins por largos meses. Cuando pensó que ya no quedaba más nada que le dieran ganas de vivir; en su vida, descubre que no todo está perdido. Después de haber atravesado un oscuro pasado l...