Capítulo 34- Un juego.

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     Rachell se recostó en la cama de la enorme habitación, dejó salir un largo suspiro y ladeo el rostro para perder su mirada por los ventanales de la habitación. Sentía en su corazón la opresión de la culpabilidad por lo que había hecho con Iván, cuando Ithan seguía intentando mantener en pie la relación, mientras ella solo se hundía en la inseguridad; presa por un pasado que se aferraba en su mente; y un presente que no podía recordar. Se recostó de medio lado y se abrazó a una almohada, con sus pupilas fijas en el paisaje oscuro frente a sí, al otro lado de la ventana, bajo sus pies, el océano a la distancia era apenas iluminado por una escasa luminiscencia de la luna, que se reflejaba en el agua oscurecida. Se fijó en el agua tranquila, al tanto su mente trabajaba en sus pensamientos.

¿Qué iba a hacer con Ithan?

¿Qué iba a hacer con Iván?

¿Qué iba a hacer con su vida?

     No pude evitar que algunas lágrimas rebeldes escaparan de las comisuras de sus ojos, rodando por las esquinas hasta caer en las acolchadas sábanas blancas. El dolor perceptible que se alojaba en su pecho, por sentirse tan perdida, en la incertidumbre, rodeada de nuevas personas que no recordaba...a veces quería volver a estar en nueva York, con sus viejos amigos, su viejas costumbre. No obstante, al pensar en Reynolds esas ganas se esfumaban, lo único que agradecía de que ahora estaba en Puerto Rico, era haberse deshecho de ese monstruo. Aunque ya sabia que él estaba muerto, ella no quería volver a estar cerca de ese lugar donde vivió tantos malos ratos.

     No supo en qué momento se quedó dormida, pero su cuerpo era el único quieto, su mente por otro lado, seguía trabajando a toda velocidad. Las pesadillas de los últimos días volvían, y no entendía de qué demonios se trataba.


Siento ese terrible dolor en mi pecho, pero no sé por qué. No sé por qué estoy llorando, por qué me siento tan débil y cuál es el motivo de que mi mente se sienta tan perdida, pero aquí estoy, de nuevo, montada en un lujoso auto que no recuerdo, conduciendo por inercia. Puedo verme, puedo verme desde fuera como si fuese otra persona.

-Rachell...-Intento llamarme, tal vez pueda bajar la velocidad. Pero ella no me escucha; yo no me escucho, tengo la vista perdida al frente, con las lágrimas saliendo de mis oscurecidas pupilas- Rachell, baja la velocidad –Miro al frente por el parabrisas la calle correr frente a nosotras, pasando a gran velocidad a nuestro alrededor ¡Vamos a morir de nuevo! Grito en mi interior.

- ¡Rachell! ¡Para! –Pero su cuerpo no reacciona, intento tocarla, pero mis manos pasan a través de ella ¿Qué mierda? ¿Estoy muerta? Miro mis manos con el ceño fruncido. Una luz brillante se adentra por la ventanilla del copiloto acompañado de un fuerte claxon, alzo la vida con los ojos bien abiertos y segundos después el fuerte choque nos noquea.


     Rachell despierta sobresaltada con el pulso galopando en su pecho desbocado, su cuerpo perlado en sudor y la boca abierta en busca de oxígeno, mira a todos lados desorientada hasta que cae en cuenta que está a salvo en la habitación del apartamento. La luz del día se adentra con fuerza por toda la habitación, el día anterior se había quedado dormida con todas las cortinas corridas, se dio cuenta que estaba sudando a causa del calor de los rayos del sol, fijándose en que el aire acondicionado estaba apagado.

-Dios, muero de calor –Se levantó y caminó hacia el cuarto de baño, abre la puerta y se encuentra a Ithan terminando de ducharse, sus ojos se salen de sus órbitas al verlo desnudo, secándose el cabello con una toalla- ¡Mierda! -Suelta sorprendida y cierra de inmediato la puerta.

Ascendiendo de las Tinieblas - Segunda parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora