The summer without you|Daniel Seavey T2

Capítulo 41

"Everything's better when you are with me"-"Todo es mejor cuando estás conmigo"

Narras tú

—¿Por qué demonios hiciste eso?—le pregunté a Alan quien me miraba inexpresivo.

—Nunca lo vas a admitir—murmuró desviando la mirada al jardín.

—¿Admitir qué?—cuestioné viendo sus ojos grises.

—Nunca vas a admitir que yo te gusto—dijo mirándome de esa forma tan malditamente perfecta.

Aguanté la respiración por un segundo y sólo por ese segundo me permití imaginar que habría pasado si no me hubiera reencontrado con Daniel, si Alan hubiera llegado con ese panda de peluche y esa sonrisa nueva justo después de enterarme que mi padre había perdido su empleo, si me hubiera dicho lo de la universidad en Luisiana cuando no tenía a nadie por quien aferrarme, si no tuviera la vida entera atada a la de Daniel, si hubiera dejado que me besara todo lo que quisiera, si admitiera en voz alta que me gusta, sólo por ese segundo me di cuenta de que Alan era mi segunda opción, y me sentía mal por pensar de esa forma. Nadie merece ser la segunda opción de nadie, él merecía a alguien que no fuera yo, alguien con una sola opción.

—Estás en lo cierto—susurré mirando mis manos nerviosa—Nunca voy a admitirlo—añadí sintiendo algo extraño en el estómago. Acababa de admitir que me gustaba diciendo que no lo iba a admitir nunca. Mis mejillas ardieron.

—Lo sé—susurró Alan cabizbajo pero un poco de alegría se asomaba en la comisura de sus labios casi sonrientes—Creo que te debo una disculpa—dijo tomándome de la mano.

Lo miré a los ojos y estaban algo húmedos.

—No tienes que disculparte por nada—le dije sonriendo de lado.

—Claro que si, por besarte, por siempre estar diciéndote que tu relación con Daniel terminara mal—besó mis nudillos—Me disculpo por ser el peor amigo del mundo—alargó sonriendo tristemente.

—Alan, eso no es cierto. Tú eres...—me interrumpió.

—No digas nada, me gustas más cuando estás callada—murmuró acercándose a besar mi frente.

Cerré los ojos, sabía que se estaba despidiendo de mí. Era una experta en las despedidas.

—Mi madre está afuera esperándome—informó abrazándome fuerte.

Mi corazón latía tan rápido que juraría que Alan podía sentirlo en su pecho. Respiré su colonia una vez más, y me pregunté cómo siempre ¿Por qué diablos usaba la misma colonia que Daniel? Nos alejamos para vernos.

—¿No quieres quedarte a la pijamada?—pregunté con la voz algo ida.

Alan sonrió acariciando mi cabello.

—Si decides ir a Luisiana, estoy seguro de que haremos muchas pijamadas—habló coqueto antes de besar mi mejilla.

Sólo pude sonreírle, no tenía palabras.

—Avísame cuando llegues a casa—susurré cuando bajó los escalones para salir por la puerta que dividía el jardín trasero del delantero.