Capítulo 31

1.8K 123 30
                                    

Domingo.

El gran día, después de tanto tiempo hoy jugaría, estaba emocionada e inundada de nervios. Era el día del partido de hockey, el interbarrial para el que nos veníamos preparando hace tiempo.
Sin embargo, la mañana la pasé demasiado serena, demasiado.

Mi madre estaba invitada a un cumpleaños, de un socio o algo así, quería comprarle un regalo por más que faltaran varios meses para su cumpleaños. Mientras ella y Giselle revisaban relojes, bastones, zapatos y cosas relacionadas a ancianos yo aprovechaba para hacerle uno que otro mensaje a escondidas a Joaquín.

Entramos a una tienda y se pusierona ver un traje, así que me metí en el vestidor y pulsé el icono del micrófono en el chat de WhatsApp.

—Quiero verte en primera fila hoy, es a las siete el partido—. Solté el botón dejando que el audio se envíe.

—Disculpe, señorita, ¿Usted me va a ayudar?— La voz quejosa de un anciando hizo que me gire lentamente. Estaba sin pantalones y con unos calzoncillos hasta las rodillas.

¡Pero si esto me pasa solo a mí!

Salí del probador hecha una bala y corrí hasta mi mamá.
Ni siquiera me había percatado de que estaba ahí.

—Rena ¿Querés comportarte como una señorita?—Mi madre me miró e intenté recuperar mi respiración normal.

Hice caso omiso a su regaño y continuamos viendo cosas, que con solo verlas ya te hacían sentir diez años más, durante el resto de la mañana. Pero debía hacerlo si quería permiso para salir después de comer.

Cuando al fin se hizo la hora, salí de mi casa y pedí un taxi para que me llevara a la casa de Joaquín; aunque mi madre creyera que estaba en la de Carlota o Ian.

La puerta estaba abierta, así que entré sin golpear. Error. O no error.

Joaquín estaba sin ropa, con apenas una toalla envuelta a su cadera y con su celular en manos. Aclaré mi garganta, falsamente, y se asustó.

—Deja, deja, dejaste la pu, la pu, la puerta abierta—. Señalé la puerta a mis espaldas. Me costaba barbaridades concentrarme, y me sentía estúpida por eso.

¡Con tremendo cuerpo!

Quería dejar de mirarlo, pero mis ojos iban como imán por todo su abdomen.

—Ah, justo te estaba por hacer mensaje—. Tiró el celular en el sillón. Se acercó y tragué saliva.

Dios, o quién quiera que seas, gracias...

Mi mente morbosa iba a mil por hora.

Sin dudar mucho me besó, y dudé en qué hacer. Porque nunca lo había visto sin remera, bueno, solo cuando stalkeaba sus fotos en Instagram.
Así que un poco temblorosa llevé mis manos por su abdomen hasta su pelo mojado.

¿Y si se cae la toalla?

Se la arranco con los dientes- como decía, mi mente morbosa estaba peor que nunca.

Se sentía magnífico el calor de su cuerpo, era mejor de lo que me había imaginado. Sin vergüenza puso sus manos en mi trasero e inconscientemente mordí su labio. O quizá con toda la picardía.
Pero debía mantener controlada la situación así que me alejé un poco.

—Tenemos que hablar—. Mi corazón aturdía mi interior, no podía con sus manos ahí.

—Hablemos—. Me dio un apretón y suspiré, ese día moriría. Sería imposible así.

—De verdad, Joaquín, ponete una remera—. Pedí cuando mi parte cuerda volvió a aparecer. Me soltó y se fue a su habitación.

Suspiré aliviada, aunque parte de mí tenía ganas de curiosear todo su cuerpo.
Mordí mi labio, intentando librar un poco de tensión.

Apareció con una remera de entre-casa y un pantalón flojo.

—¿De qué querés que hablemos?—se sentó y me hizo un lugar, así que lo ocupé.

—De todo... De lo que pasó.— Dudaba que palabras usar.

—¿Querés que empiece?—Preguntó, no sabía que tenía cosas para decirme así que asentí.— Cuando estuve en España te eché mucho de menos, te extrañé todos los días; por más que suene re cursi, te necesito Rena. No sé que hiciste para ponerme así; no sé. Quiero explicarte todo, todo lo que vos quieras...

—¿Por qué no me escribiste?

—Porque aparte de ser boludo, tenía miedo, de que te enojes y nos peleemos a la distancia. Preferí dejar las cosas como estaban. —Respondía con seguridad.

—Vi un montón de fotos con Desire, no me extrañaste tanto, tuviste las ganas para encararte a otra—. Ahora mi odio salía, como si intentara sacarlo del cuerpo. Quería llorar, pero no hice nada.

—Sé que soy un idiota—. Estaba por decir pero me enojé.

—Un gil sos, un mentiroso, yo te esperé—. Habló la parte más dolida de mí.

—Le diste una oportunidad a Ian.— Me recordó.

—Porque quería olvidarte...

—Y yo a vos—. Respiró pesado, con la mirada perdida en sus pies. Todo quedó en silencio, yo no sabía que decirle, quería llorar en paz.— Pero no pude, y por eso volví.

Lo miré, y él a mí. La sinceridad destellaba en sus ojos.

—Yo tampoco pude olvidarte—. Admití en un susurro ligero. Y bajé la mirada a mis dedos. Que temblaban. Sentí como sus manos se acomodaban en mi mejilla y me obligaban a verlo.

Se acercó más a mí.

—No puedo olvidarte, y ahora no quiero, quiero besarte las veces que yo quiera; quiero que no beses a nadie más, ni mires a nadie más como a mí.— Me besó, su boca era tan cálida.

—No puedo sentir con Ian lo que siento con vos—. Murmuré cuando comenzó a besar mi cuello. Ahora me miraba fijamente, y hacía que mis mejillas ardieran.

—No te imaginas lo que siento ahora—. Pegó su frente con la mía, su respiración estaba agitada. Agarró mi mano y la puso en su pecho. Su corazón retumbaba bajo mi palma.— Ahora multiplica eso por mil.

Sonreí y volvió a besarme.

—Tengo que ir a la cancha, nos llamaron un rato antes.— Miré el reloj en su muñeca.

El tiempo se esfumaba a su lado.

—Te llevo.

Sonreí y se puso de pie. Apareció por el pasillo con otra ropa, más de calle. De todas formas, todo se le veía bien.
Agarrados de la mano, bajamos hasta donde estaba su auto. Por unos minutos me sentía bien, sin preocupaciones, ni nada.

Mientras él conducía yo vi nuestras manos, eso me recordó que debía hablar con Ian; para explicarle lo que sentía. Él era mi amigo, de seguro me entendería.

💎💎💎

Jsss seguro que va a entender Ian... Seh, segurísimo xd.

Nos leemos pronto!🚀

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nos leemos pronto!🚀

Unreal | Joaquín CorreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora