Al día siguiente mi madre se fue, nos dejó otra vez. Nuestra infancia y parte de nuestra adolescencia había estado marcada por sus viajes de trabajo. Por eso no me importaba.
Giselle había salido temprano y me había dejado una nota diciendo que no volvería hasta la noche; por lo que estaba sola.
Joaquín💘:
Te paso a buscar?Sonreí. ¿No se cansaría de mí éste chico?
Porque nunca había tenido relaciones que duraran años; y aunque con Joaquín nos veíamos hace días, yo lo sentía como si fuese mucho tiempo.Me había traído a su apartamento, lugar que se estaba volviendo típico para nosotros. Estábamos por ver una película pero primero iba a hacer el intento de pochoclos.
—¿Vos sabes hacer?—preguntó.
—No, bueno sí, no puede ser tan difícil.—Miré el paquete de maíz y él puso el sartén en el fuego. Le puse aceite y vacié la mitad del paquete.
—Ahora hay que esperar...—dijo.
En cuestión de minutos empezaron los estallidos, me asustaban así que me oculté detrás de Joaquín. El sartén se llenó pero las explosiones de maíz no se detuvieron.
—¡¿Qué le pasa a esto?!—miró el sartén.
Corrí y busqué una fuente para poder guardar un poco de la creciente montaña de pochoclos.
Los pochoclos empezaron a volar por todas partes como lluvia, comencé a reír cuando vi como se le encajaban en el pelo.Mis carcajadas salían sin esfuerzo con la imagen de Joaquín queriendo agarrar los pochoclos.
Apagó la cosina y me miró.—Que tonto sos...—reí. No podía ni entablar conversación.
—Después no me pidas ni un pochoclo.—Caminó hasta mi haciendo crujir los granitos blancos en el piso.
—Te pido todo lo que quiera.—Mi tono de voz cambió, pero aún me picaba el estómago de la risa.
—Pensándolo así, podes pedirme—se acercó y me besó de forma bruta. Reí.
Limpiamos un poco la cosina, porque era un verdadero desastre y terminamos descartando casi todos los pochoclos, solo nos quedó una fuente para ver la película.
Me senté en el sofá para elegir alguna en Netflix, mientras él revisaba no sé que cosa en su dormitorio.
Escogí Razones para estar contigo.
Caminé hasta su habitación, estaba en el escritorio que tenía ahí revisando su computadora.
Di unos pasos hasta Joaquín y me senté en sus piernas para ver la pantalla pero cerró las páginas con rapidez.—¿Qué hacías?—pasé mi brazo por sus hombros.
—Nada, veía boludeces.—Dijo y besó mi mejilla.
—Ya elegí una película.—Informé y me puse de pie para que me siguiera.
Nos acomodamos en el living y nos dispusimos a ver la película.
Pero al final terminó con su cabeza en mis piernas y acostado a lo largo del sillón.—¿Me invitaste para ver la película o a mí?—Pregunté mientras me llevaba un pochoclo a la boca.
—A vos...
—Ahora tiene sentido, porque te estás perdiendo el final.—miré la pantalla.
La película terminó y después de un par de besos, que cada vez se me volvían más indispensables, Joaquín me llevó a mi casa.
Ahora podía estacionar en frente de mi casa sin problemas, y me parecía un alivio, aunque él no sabía el porqué.—Vení, si no tenés nada que hacer podes pasar—invite. Con mucha timidez.
—Bueno.
Se desabrochó el cinturón y salimos del auto. Entramos a mi casa, cosa que me pareció un poco raro.
Tomé su mano y lo guié hasta mi dormitorio. Me daba un poco de vergüenza, porque tenía pósters de los jugadores y cosas así.—Ignora lo que me haga parecer una loca fanática.—Pedí mientras que Joaquín exploraba la habitación sin descaro, tocando las cosas y mirando mis fotos.
—Imposible.—Miró el póster de Lionel pegado en la pared. Me tapé la cara con mis manos. Completamente roja.
—No, no, que vergüenza.—susurré y sentí como mi cama se hundía a mi lado. Lo miré acostado.
—Me parece lindo, aunque no hay ningún póster mío.—Dijo pretendiendo estar ofendido.
—Es que no guardo pósters de chicos feos—bromeé.
—No guardas pósters pero si les das besos.—Jugó y me besó. Reí. Era un idiota.
—Pero te quiero mostrar algo, en realidad te quiero hacer escuchar algo.—Caminé hasta la laptop en mi escitorio y la encendí.
Narra Joaquín:
Estaba en su habitación, sin estar escondido y con su invitación, que era más importante.
Era como todo un mundo chiquitito, una guarida tal vez.—Pero te quiero mostrar algo, en realidad te quiero hacer escuchar algo.—Caminó hasta la computadora en su escitorio y la encendió. La conectó con un teclado que no había visto.
—¿Cantás?—pregunté levantando las cejas. Negó.
Apretó algo en el teclado y se empezó a reproducir una canción, una especie de mezcla. Yo entendía poco de eso pero sonaba bien. Sonidos electrónicos con una voz femenina que apena pronunciaba palabras. Sonaba muy bien.
—¿Vos lo hiciste?—pregunté y sonrió.
—Locuras mías. Cuando estoy aburrida.—La mezcla me parecía profesional y me sorprendía un poco que ella la hubiera hecho.
—Me gusta, me gustas vos.—Dije y se sentó en la cama.
—Suena mejor en el piso—señaló y me enderecé.
—Sos una caja de sorpresas...—hablé mientras nos acostábamos en el piso.
La verdad no terminaba de sorprenderme, no me la imaginaba haciendo ese tipo de cosas. Definitivamente no la conocía, y tal vez nunca terminaría de conocerla.
La alfombra se volvía cómoda con ella a mi lado. Nos mirábamos sin decir nada, escuchando lo que ella había creado.
Me gustaba que me mostrara ese tipo de cosas, que la volvían interesante y única. Pero me sentía tonto porque yo no tenía mucho en enseñar, me sentía poco para ella y su complejidad.Un simple mortal intentando entrar en algo mucho más grande que un universo. Porque Macarena era un universo distinto a las demás, donde podía perderme todo lo que quisiera y encontrarme en sus ojos.
🌹🌹🌹
Wenassss
Pronto voy a tener que hacer maratón porque ya me amenazaron de quemarme el rancho ahr😂😂😂
Las adoro🚀
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Nos leemos pronto!🌸
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Unreal | Joaquín Correa
FanfictionPorque todo lo que viví fue Irreal. 『♕;;🌙』NC-17 『♕;;🌙』Fecha original: 21/01/18