Capítulo 38

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En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba ahí. Mirando mi reflejo en el espejo retrovisor de mi auto. Intentando generar aunque sea un gramo de confianza para poder enfrentarme a su madre.

Suspiré y miré el reloj. La dirección era ésa, no había duda. El lugar parecía importante, con varios autos de lujo estacionados fuera. Entonces, ¿Por qué no bajaba?
Quizá era el miedo del encuentro, quizá no, porque obviamente era eso. Miré el reloj en mi muñeca y conduje hasta donde estaba el chico del estacionamiento. Le entregué la llave de mi vehículo y caminé hacia la entrada del salón. Ni siquiera era música del siglo.
Ingresé y le mostré una tarjeta al sujeto de traje que estaba en la entrada. Asintió y me dejó pasar luego de revisarla.

Busqué con rapidez, o con desesperación a Rena por el lugar. Porque me sentía fuera de lugar, no conocía a nadie y ya había visto a su madre. Jugué con el puño de mi saco para dejar ir un poco los nervios que tenía. Hasta que no pude ver más, porque las palmas de aquellas manos que podía reconocer con facilidad taparon mis ojos.

—¿Quién soy?—habló a mi oído. Como si hubiera alguien más en el lugar que se atreviera a hacer eso.

—No sé, ¿el Chapulín Colorado?—bromeé y escuché su risa. Coloqué una de mis manos sobre la suya y la quité de mis ojos. Caminó sin soltarme hasta quedar frente a mí.

Parpadeé varias veces para comprobar que estaba despierto. Rena sonrió aún más ampliamente y mordió su labio inferior.

Se veía tan radiante, tan perfecta. Y como si todo ahora me hiciera sentir más seguro. El vestido le quedaba a la perfección y no lograba entender cómo es que podía ser la misma chica que ensuciaba sus manos con tierra y lucía ése vestido como si fuese una súper modelo. Me hacía sentir insuficiente para ella, y quizá lo era.

—¿Vas a mirarme así toda la noche?—tomó mi mano con una mirada divertida. Sonreí.

—Es que estás muy hermosa—, besé su mejilla para confirmarlo, por si no me creía.

Me llevó hasta un grupo de personas que no parecían tan formal o que al menos eran de nuestra generación; los chicos me reconocieron y me pidieron un par de fotos. Me sentía raro, pero me gustaba, verla ahí como si se sintiera orgullosa de lo nuestro o de que yo estuviese ahí. Luego de platicar un poco ella sujetó mi mano y me tiró para ir hacia otro lugar.

—Llegó el gran momento—. Mostró sus dientes inferiores y miró hacia donde estaba una mujer de ropa refinada. Y es que a lo lejos se le notaba que era una de esas mujeres exigentes, las primeras impresiones si que valían. La mujer hablaba entretenida con dos hombres que asentían y a veces reían.

Tragué saliva y vi como Maca tocaba su hombro para que la mirara, y ella lo hizo. La repasó con la mirada, y luego de su mano a mí, aunque se sintieron como rayos atravesando mi cuerpo. Pero nada podía hacer, Rena mantenía unidas nuestras manos y quería que nos viera así.

—Joaquín Correa—. Extendí mi mano intentando intentando parecer cortés. Pero me ignoró completamente y se dirigió a su hija:

—¿Rena? ¿Qué significa esto?—la miró esperando más que una explicación.

—Es Joaquín, un amigo—explicó con tranquilidad o eso quería reflejar—. O bueno, un poco más que eso—, bajó la voz.

Mi rostro comenzaba a tomar calor.

—¿Qué? ¿Qué pretendes, Macarena? Traer un chico así como si nada y pensas que te voy a poner un moño en la cabeza y te voy a regalar.—Su tono de voz empezaba a sonar algo desesperado.—¿Estás loca o qué?

—Te lo quería presentar porque mañana voy a tomar un vuelo hacia España con él—, explicó y luego miró nuestras manos.

—¿De qué hablas?—. Una vena comenzaba a marcarse en el cuello de la mujer.—¿Quién te crees? ¿Pensas que estoy para escuchar tus idioteces? Vos no te vas a ninguna parte. Deja esa rebeldía que tenés. Aunque sea por ésta noche.

—No, estoy cansada de vos. De tu mundo de hipócritas—. La voz de Rena sonaba algo distinta.

Narra Macarena:

—No, estoy cansada de vos. De tu mundo de hipócritas—. Mi voz comenzaba a demostrar lo que sentía.—Ya no quiero ser parte de tus amigos donde las apariencias son todo. Me cansaste mamá.—Presioné un poco la mano de Joaquín para reunir fuerzas.

La figura imponente de mi madre no era algo fácil de enfrentar. Conocía esa mirada, ese tono de voz. Podía jurar que había llegado a odiarme. Pero no me arrepentía, por fin sentía que me quitaba una enorme espina.

—¿Hipócritas? Ni siquiera sabes lo que significa a ésa palabra—. Habló con un tono despectivo, tratándome como si acabara de salir de jardín de infantes. Y odiaba eso, cuando me trataba de inexperta, cuando me hablaba como si fuese idiota.—Ahora, andá a sacarte algunas selfies—. Ordenó.

Para ese entonces la mayoría de personas nos miraba.

—¡No! Escuchame. Por una vez en tu vida.— Exigí cansada, las lágrimas no salían porque no quería parecer débil ante la situación—. ¡Basta ya! Me voy a ir. Quieras o no.

—¡Arruinas todo, Rena, absolutamente todo!—elevó su tono de voz. Todo un espectáculo.

—Es la única forma de que me prestes atención...—mi garganta comenzaba a incomodar.

—No. Sos dramática y no podes tener congruencia por un minuto—. Hizo unas muecas y acomodó un poco su cabello—. Pero no te culpo, es la edad—intentó componer todo, o hacerles creer a sus invitados que tenía todo bajo control. Me dio la espalda para seguir su conversación.

—¡No! ¡Ya crecí! ¡Sé lo que quiero!—chillé, tenía que sacarlo todo de una vez, pero ella no me miraba.—No soy una niña, no soy la hija caprichosa. Y para que te des una idea... Ésta noche voy a coger con Joaquín—. Esa fue la bomba. Se dio vuelta y cuando abrí y cerré mis ojos sentí el ruido y un ardor en mi mejilla.

Apenas unos instantes.

Me había golpeado, frente a todos. Libré el aire de mis pulmones y la miré. Mi vista se puso borrosa a causa de las lágrimas, tenía ganas de gritarle un millón de cosas pero unos brazos me rodearon y me sacaron del lugar.
Y mientras caminaba aún podía escuchar como me llamaba a lo lejos.

Dejé que las lágrimas salieran sin ningún tipo de impedimento.

—Ya está—. La voz de Joaquín bajaba mis nervios, me abrazó y me di cuenta de que había hecho lo correcto. Pero no podía dejar de llorar—, tranquila... estoy yo. Para cuidarte y mimarte—aseguró y me separó un poco para mirarme a los ojos.—Ya pasó—. Acarició mi mejilla y secó mis lágrimas con sus dedos pulgares.

—Soy un desastre—, sonreí con ironía.

—No sos eso, sos hermosa—. Dejó un beso suave que fue como anestesia—. Y si vos te consideras un desastre, sos el más perfecto que haya visto.

Sonreí y lo abracé para perderme en su perfume.

Sonreí y lo abracé para perderme en su perfume

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Bueno, es un desastre el cap. Pero el más perfecto que vayan a ver ahr no sjjajaja quería hacerles saber que voy a volver a ésta nove ahr.

Después lo voy a editar y dejar más lindo.

Espero no me hayan olvidado ahr

Bueno..

VAMOS ARGENTINA ahr bueno el mundial me tiene mal💙😂

Nos leemos pronto!🎋 (si ven que se actualiza la nove y no hay caps nuevos es porque voy a estar editando y corrigiendo caps)

Unreal | Joaquín CorreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora