Capítulo 39

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Después de tremenda discusión había aceptado la invitación de Joaquín para ir a su departamento; lo último que tenía ganas de ver era mi casa. Donde había pasado años con aquella mujer, que curiosamente era mi madre.

Recosté mi espalda en el pecho de Joaquín, que estaba apoyado en el respaldar de la cama, y él rodeó mi cuerpo con sus brazos para dejar sus manos en mi vientre. La pantalla mostraba imágenes de un programa que no tenía ni un gramo de mi atención.

Ahora me ponía a repensar todo lo que había sucedido. Lo mal que había estado, lo que sus invitados pensarían y lo que ella pensaría de mí.
Aunque siempre había estado en la categoría de niña problema esto había pasado los límites; era mucho peor.

—No penses mucho—. Susurró Joaquín en mi oído. Casi como si fuera una petición, pero no podía evitarlo; mi madre era justamente eso, mi madre y no podía dejar de quererla o que no me importase de un momento para otro.

—No puedo—hablé llena de culpa.

—Shhh—. Sus labios besaron mi sien.

Los momentos comenzaron a volver para traicionar mi memoria. Esas veces en las que ella me ayudaba o intentaba parecer una madre moderna ante mis amigas. Las lágrimas brotaron con desesperación y al sentirlo, Joaquín me apretujó. Me abracé a su brazo que tapaba mi tórax para poder llorar, en cierta parte, con calma.

—La peor parte ya pasó.—Dijo, en tono bajo, no contesté nada.—Igual me debes una cogida.—Bromeó y sonreí negando.

—Era para que me mirara.—Justifiqué con mi cara ardiendo de vergüenza.

—Ah, no sé. Igual me la debes—. Avisó sin abandonar su tonto de diversión y besó mi cuello ruidosamente.—Al menos sonreiste—. Me abrazó con mayor fuerza.

Suspiré y asentí; no podía hacer más. Cerré mis ojos con el sonido de la televisión y me desperté sintiendo las caricias de Joaquín en mi rostro. Tenía un terrible dolor de cabeza y un mareo, seguro producto de los disgustos de la noche anterior. Era lindo encontrarme con su sonrisa en la mañana.

—Buenos días—dijo y no pude evitar sonreír.—Sos hermosa así bien temprano.

De seduro tenía los ojos rojos o hinchados y el pelo hecho un desastre pero él tenía el atrevimiento de decirme que estaba hermosa.

—Mentiroso—, me senté en la cama e hice un mono en mi cabeza para que el cabello no me molestara. Lo que recordaba era que Joaquín me había prestado una de sus remeras y con eso había dormido.

—Es verdad, así toda como zombie—agregó. Reí y le di un golpe suave en la pierna.—Me gustas, zombie.

Negué y me puse de pie sobre la cama, pero él fue más rápido y me tiró de la pierna para hacerme caer sobre él.

—Que bruto, negro—reí y me acomodé sobre él.

—Me gustas—repitió y lo miré; ya lo había escuchado antes. Sonreí y con los ojos cerrados comencé a dejar cortos besos en su rostro.

—Y vos a mí.

Me vestí con ropa que él me compró en una tienda cercana, ya que no tenía ropa ahí. Me di un golpe mental cuando vi su elección. Un top blanco y unos short de jean.

—¿Estás loco? Si caigo así a mi casa mi madre me va a matar—. Me miro en el espejo y niego con preocupación. Porque debía buscar la maleta que había preparado; estaba en mi casa de la infancia eso significaba que debía verla.

—Así es como me gustaría que te vistas siempre, siempre, veinticuatro/siete, trescientos sesenta y cinco...—rodé los ojos cuando lo escuché hablar.

—Dame tu remera—. Pedí ya que él estaba acostado en la cama. Me la extendió y me coloqué la misma que había usado como pijama. Al menos no se veía tanta piel y mi madre no moriría de un infarto ésa mañana.

Nos pusimos unos lentes oscuros y caminamos con destino a la que era más que mi casa. Él esperó en el auto pero me era inevitable no bajar.
Cuando entré no me encontré con nadie y eso facilitó subir y buscar mi ropa.

—Ojalá algún día te arrepientas de todo lo que me dijiste anoche—. Mi madre, sentada en el sillón principal del living.

Suspiré y continué mi camino hasta la puerta principal, no iba a irme sin decirle nada.— No me voy a arrepentir como vos.

—¿Cómo yo?—elevó un poco el tono de su voz. Y vaya que me asustaba ese tono.

—Sí,—me giré para verla—. Te arrepentiste de haberme tenido.

—¡Macarena!—chilló pero decidí ignorarla. Ya había tenido suficiente.

Salí de mi casa y Joaquín se acercó para ayudarme con la maleta; aunque solo era una. Podía asegurar que mi madre nos estaba viendo desde la ventana.

El camino hacia el aeropuerto fue silencioso; y me gustó que fuese así. Sonreí cuando entre al enorme lugar y vi a Carlota, Juli, y a mi padre con su novia. Que para algunos podían ser pocas personas pero para mí eran las justas y necesarias. Corrí a abrazarlos. Era poco tiempo, una semana, pero los extrañaría.

—No comas cosas raras, te pueden hacer mal—. Habló la acompañante de mi padre y asentí.

—Y decile a Joaquín que si te llega a tocar un pelo yo le corto su orgullo—comentó mi padre y miró al tucumano que estaba a unos mentros de distancia.

—No vas a cortar nada, a nadie— abracé a mi padre.

—Traeme un recuerdo; una caja de bombones, o un español—Habló Carlota y todos rieron.—Lo que te parezca más fácil...

Abracé a mi mejor amiga y escuché su risa. Cuando me alejé vi sus ojos algo lagrimosos.

—Es una semana—, le recordé.

—Pero somos como moco y nariz—hiso una mueca.

—Vos sos el moco—, dijimos las dos al mismo tiempo y reímos. Nos volvimos a dar un abrazo pero más fuerte y duradero que el anterior.

—Si conoces a Shakira, decile que acá tiene una fan. Súper fan—Juli habló y me arrodillé para abrazarla.

—Dale, le digo—. Dije como si el encuentro fuera posible.

Volvimos a despedirnos y saludaron a Joaquín, él cual no hacía más que sonreír.
En menos tiempo del deseado ya nos encontrábamos en el avión.

—Es una locura—. Dije y juntó nuestras manos.

—Lo mismo dije cuando te conocí—se burló y reí, para luego acercarme a besarlo suavemente. Como si fuera mi soporte vital. Y quizá lo era.

 Y quizá lo era

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🍭🍭🍭

Ah no, alto relleno ahre.

Bueno, quiero llorar. La verdad. Gracias por todo el apoyo que le están dando a la historia. Y nada.
Yo sería nada sin ustedes.
Las adoro!💕

Nos leemos pronto!🎐

Unreal | Joaquín CorreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora